Debí de haber nacido vaca

<p>Debí de haber nacido vaca</p>

MIGUEL A. ROEDÁN H.
Ya que el Divino Creador me hizo humano, no tan solo debo aceptarlo sino que tengo la obligación de hacerlo. Ser humano es desde que se nace, luchar para mantenerse vivo. Al principio esa lucha pertenece y se le endosa a los padres, con más responsabilidad la de la madre, en donde el asunto de la alimentación y de enfermedades se convierten a veces en verdaderos dramas. Ya adulto, comienza la serie de luchas para poderse mantener en lo social, educación, trabajo, etc. A diario el asunto de la comida. A mi entender el hambre es el motor del mundo y la causa directa a que tengamos que levantarnos a trabajar, que es tan malo, como dicen que hasta le pagan para hacerlo. Ese fue el castigo del Creador al hombre que pecó en el paraíso. No otro.

Luego vienen los servicios de agua, electricidad, ropa, zapatos, vivienda, y los consecuenciales deseos de vivir bien con los extras que nos dan el tener un buen vehículo, aire acondicionado, claro poniendo delante la obtención del dinero para poder deleitarse.

Todo esto y es la causa del presente trabajo, es después de un amigo invitarme a su finca productora de leche. Eran más o menos las cuatro de la tarde cuando regularmente comienza el segundo ordeño de estas vacas maravillosas, con sus ubres tan llenas de leche que se les sale de las mismas, cuando noté con cuánto esmero se le pasaba un paño para desinfectar sus ubres. Recordé en ese momento que hay madres que en medio de una conversación sacan su seno y pegan al muchacho sin guardar ese requisito. Y me propuse a seguir indagando…

A esos animales nunca se les puede dejar sin electricidad por eso de mantener el tanque del oro blanco frío todo el tiempo. El agua que beben son de pozos profundos de inigualable calidad. Tienen un médico permanente que los visita periódicamente y las vitaminan y desparatizan. En el parto son atendidas a tiempo, porque si es hembra y se pierde es una desgracia para los ganaderos, ya que es una futura creadora de fortuna. La criatura que nace al igual que el de las madres, se le da alimento balanceado, amén de que las mismas no tienen que comprar el mismo, ni la yerba que a diario comen. Para mitigar el calor, le ponen grandes abanicos combinados con rocíos de agua, y algunas se le ponen música clásica para que produzcan más leche. A todo esto, tienen sus actas de nacimiento mencionando hasta los abuelos y abuelas por aquello del pedigrí, a ellas no tienen que declarlas ningún cura. La sal que se les brinda son pedazos que parecen copos de nieve, (hay que ver señores la sal en grano que venden algunos comercios llenas de tierra para nosotros que somos gente, creo yo). Y así otras prerrogativas…

Y así como la sal que consumimos, el agua sucia que nos brinda dizque un acueducto, la que no es apta ni para bañarse, la electricidad que no viene, no que se va. La alimentación, que solos los poderosos son los que se están bien alimentados y comen balanceados. No tenemos aire para y remediar el calor y menos acondicionado. Tenemos que oír la música que le dé gana a otro poner incluyendo el reguetón y las bachatas. No podemos ir a los médicos pues nos quitan un riñón y si vas a un hospital, es un martirio. Las medicinas por las nubes y tenemos que consumir el genérico para abaratarlo. Arriba de todo esto, ni hablar del precio de las vitaminas o multa vitamínicos, por lo que analizándolo, he llegado a la animalezca conclusión de que ¡Yo debí de haber nacido vaca!

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