El día antes del bochornoso final de la intervención estadounidense en Afganistán comentaba en mi artículo anterior que bien harían en Taiwán no dejarse entusiasmar con las “insinuaciones” proindependentistas norteamericanas y les recordaba la experiencia de Vietnam, Irak y Afganistán.
Sectores en Washington aplaudirían una guerra inevitable si en Taipéi proclaman la independencia porque en su crecientemente deficiente capacidad de racionalidad, apuestan a poner contra la pared a China. Para ésta su integridad territorial es cuestión de dignidad nacional intrínseca por la que sí pelearía hasta las últimas consecuencias pero para EEUU Taiwán no es un problema nacional para arriesgar su “american way of life” que tanto adoran aunque estén conscientes que está urgido de perfeccionamientos imprescindibles. ¿Le dolerían los muertos chinos que provocarían de uno y otro lado? ¿Acaso “duelen” los muertos ajenos de sus conquistas, excepto los propios?
Afganistán deja lecciones que estremece la sociedad norteamericana levantando preguntas que no querrá responder: ¿Qué sentirán las familias de los miles de muertos por una guerra que exportaba un modelo político que en esas tierras no interesa?, y ¿los cientos de miles física y mentalmente mutilados en vano?; ¿qué pequeña cantidad de los 978 mil millones invertidos en una guerra estéril habrían bastado para enfrentar los problemas de extrema pobreza que lastra los derechos humanos básicos de decenas de millones de estadounidenses? De la vergüenza sufrida, por mucho que intenten disfrazarla, debieran extraer varias lecciones provechosas: las “democracias” no se exportan, ni imponen ni se “crean” artificialmente, hay que considerar y respetar autoctonías, las tradiciones culturales e históricas.
Quienes se abrogan el derecho de definir a “demócratas” y “autócratas” son, en esencia, reales autócratas. El presidente Biden, en un desliz autócrata, se queja que aliados critiquen su decisión. Los verdaderos demócratas ejercitan la tolerancia y el respeto a lo diferente. ¿Cumbre de democracias en 2021? Biden dijo no había forma de “salir” sin caos; entonces el problema fue haber “entrado”
Criticando políticas estadounidenses y admirando la pujanza de su sociedad, aspiro que ese país encuentre un posicionamiento positivo, que vigile menos al mundo y se revise objetivamente. Ha sido el país más guerrerista del mundo y no para llevar libertades sino, fundamentalmente, sus propios intereses económicos disfrazados de “libertades”. Están frescas las historias latinoamericanas y caribeñas y las consecuencias de los “demócratas” fabricados en la fatídica Escuela de las Américas. Pretenden proteger de China al continente acusándola de querer hacer lo que ellos hicieron, y hacen.
¿Qué dejó la estampida estadounidense aparte de un arsenal? Más de cien mil muertos y heridos civiles; 2500 y 21 mil norteamericanos muertos y heridos respectivamente, según registro que no abarca “otras bajas”.