Debate presidencial Bush, Kerry, el impacto
de los recortes fiscales y el empleo

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Con el debate presidencial sobre Irak superado, George W. Bush y el senador John Kerry se preparan para su próximo encuentro del viernes, que probablemente versará sobre la política interna, en particular la economía.

El momento es conveniente para el señor Bush. Ayer, ponía su firma presidencial a la legislación que extiende la vida de los recortes en los impuestos a punto de expirar. Y está utilizando este hecho para anunciar su éxito en lograr resucitar la economía.

Si sus recientes discursos sirven de medida, el señor Bush continuará argumentando que los planes del señor Kerry de dejar los recortes de impuestos al 2% de los más ricos de la población, “paralizará la creación de empleos”, al afectar a los dueños de pequeños negocios.

Según el presidente, el señor Kerry elevaría los impuestos a 900,000 pequeños negocios y empresarios, un grupo que generó más del 60% de los empleos nuevos cada año de la década pasada. Elevar los impuestos a los que ganan más de US$200,000.00 – como ha sugerido el señor Kerry – bajaría las ganancias, y por tanto, la capacidad de contratar , y también disminuiría la capacidad de disminuir el incentivo al trabajo y las inversiones. 

Aparte de su papel como creadores de empleos, los pequeños negocios tienen una enorme resonancia emocional para los electores norteamericanos, al tocar la extendida simpatía por operaciones familiares. El impuesto constituye una zona vulnerable para el señor Kerry. Aunque el senador propone subir los impuestos solo al 2% más rico, cerca de la mitad de los entrevistados  cree que pagarían impuestos más elevados bajo el señor Kerry.

Sin embargo, los economistas, aún muchos favorables al señor Bush, creen que el presidente está exagerando los peligros al empleo que implican los planes de su rival. La propuesta del señor Kerry subiría las tasas de impuestos solo a los niveles que se vieron durante la administración Clinton, dicen algunos economistas. 

El señor Clinton subió los impuestos más altos en 1993 de 35% a 39.6%; sin embargo, durante su mandato se crearon 20,7 millones de empleos, un récord. Bajo el señor Bush, en contraste, se han perdido 1,65 millones de empleos en el sector privado, a pesar del recorte tributario.

“La pregunta clave para el presidente es por qué el crecimiento en los empleos no explotó cuando hizo los recortes”, dice Ken Rogoff, profesor de Economía de Harvard y ex-jefe económico del Fondo Monetario Internacional.

 “Es muy difícil creer que el efecto de un pequeño incremento en el nivel más alto tendría un efecto muy dañino sobre los empleos”.

La mayoría de los economistas están de acuerdo en que grandes incrementos en los impuestos sobre la riqueza pueden reducir la disposición de los ricos a trabajar e invertir. No obstante, muchos encuentran más difícil creer que movidas menores tengan un efecto significativo.

 “Yo aceptaría que cuando [Ronald] Reagan redujo la tasa más alta de impuestos de 70% a 28% tuvo un gran impacto”, dice Mark Zandi, jefe económico de Economy.com, una consultoría. “De todas formas, hay un sonido hueco en el argumento de que mover de 35 a 39.65 tendría mucho efecto.

Cualquier impacto negativo sobre los empleos se enmudecería más si el señor Kerry se saliera con la suya en el gasto en la salud, alegan los economistas. Primero, si los fondos recaudados se canalizaran a un gasto adicional, no tendría un impacto negativo en la demanda. Segundo, el paquete de salud del señor Kerry está orientado a revertir algo del alza reciente en las primas de seguros de salud, que de acuerdo con varios economistas ha vuelto reacias a contratar a las compañías.

 “Cualquier coas que reduzca el costo de los seguros de salud debería ser útil para el empleo”, comenta Nigel Gault, director de investigaciones económicas en Global Insight, una consultoría.

Algunos economistas creen incluso que los planes de impuestos del señor Kerry elevarían la demanda y la creación de puestos de trabajo al desplazar el impuesto disponible de los ricos a los grupos de menos ingresos, que tienden a gastar en lugar de ahorrar más de sus ingresos.

Hay pocas señales de que las recientes decisiones de contrataciones hayan estado determinadas por la disponibilidad de efectivo. “Si las grandes compañías, grandes o pequeñas, logran dinero extra mediante una reducción de los impuestos, su primer instinto no siempre es gastar el dinero con la contratación más personal”, dice el señor Zandi. Las ganancias corporativas después de impuestos habían subido cerca de 20%, a US$711 millardos este año hasta el segundo trimestre, sin embargo, la contratación se mantuvo floja.

Tercero, varios centros de análisis de Washington han tomado el tema de la afirmación del señor Bush de que 900,000 pequeños negocios y empresarios se verían afectados por un aumento en las tasas más altas. El instituto urbano sitúa la cifra más cerca de 470,000. Muchos son profesionales solventes que logran un ingreso adicional con labores alternativas por su cuenta, conferencias, consultorías, etc.

 “No estamos hablando de muchos pequeños comercios familiares”,, dice Joel Friedman, un miembro importante de Center for Budget y Policy Research. “Vale la pena recordar que el impuesto es sobre las ganancias, más que en los retornos. La gentes de estos pequeños negocios que se ven afectados siguen siendo gente de negocios con ingresos muy altos”.

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