Debate
Más sobre la Bienal

<STRONG>Debate<BR></STRONG>Más sobre la Bienal

En 1974 se celebró la XIII Bienal de Bellas Artes. En ella participaron los artistas más prominentes del país junto a valores jóvenes y muy jóvenes. Yo la recuerdo como la última gran fiesta del arte dominicano en una Bienal Nacional. Accediendo a la rotonda por la escalera norte del Palacio de Bellas Artes, podíamos encontrarnos con obras del escultor José Ramón Jiménez, Cándido Bidó, Guillo Pérez, Ada Balcácer, Domingo Liz, Luis Martínez Richiez, Norberto Santana, Rosa Idalia García, Fernando Peña Defilló, José Ramón Rotellini y Oviedo, entre otros, una verdadera fiesta de la cultura. A partir de esos años el modelo de Bienal empezó a desgastarse, entrando en crisis y la participación de los artistas fue decreciendo conforme pasaron los años hasta el punto que hoy son sólo los jóvenes  quienes prácticamente soportan el peso de la muestra.

Me atrevería a decir que buena parte de los artistas dominicanos, en todo este tiempo, vamos para 35 años, han aspirado a una reinvención del evento, a un cambio de modelo, porque el que tenemos ha sido incapaz de atraer  a todas las generaciones y sensibilidades que conforman el gran panorama del arte en República Dominicana.

El jurado de premiación en un documento (que esperamos se haga público) sugiere algunos cambios que ayudarían a su relanzamiento como plataforma cultural de primera magnitud. Los artistas por su parte aportan posibles soluciones: Bienal por invitación, Bienal con un tema que la articule, invitación y sección abierta, eliminación de los premios a favor de adquisiciones, y un buen catálogo disponible desde el inicio del evento, trabajado por expertos para servir como herramienta para entender el arte de país y el sentido del acontecimiento.   Personalmente cambiaría cualquier premio por participar en una muestra junto a mis mayores, mis compañeros de generación y los más jóvenes artistas.

Esto evitaría situaciones como la que viví antes de iniciar las deliberaciones de premiación. Echaba una ojeada general a la exposición junto a Fernando Castro, de España, con la impresión de que la muestra fue un tanto decepcionante; en ese momento este señor del jurado me preguntó: “¿Es éste el arte de tu país?” mi respuesta fue la que daría cualquier artista dominicano: “Esta muestra no representa el arte de mi país, aunque en ella hay muy buenos artistas; muchos creadores dominicanos desearían participar en estas bienales, pero no como están diseñadas actualmente”.

Cuando bajamos, la mayor parte de la muestra está en la segunda planta del Museo de Arte Moderno, nos reunimos con los demás componentes del Jurado; realizamos en conjunto rondas de visualización, deliberación, nuevas rondas y la escogencia de los premios. Éramos cinco personas, cinco universos. Trabajamos con reglas juego de claras, democráticas, con mucho respeto de las opciones del otro, sin injerencias ni de la Dirección del Museo ni del Comité de Organizador, quienes desde que nos contactaron se han conducido de manera impecable.

La mayoría del jurado defendió sus preferencias a capa y espada, digo preferencias, hay que subrayarlo, porque los jurados escogen a partir de sus gustos, su formación, su cultura nacional y su visión particular de mundo. En este contexto la subjetividad campea por sus fueros, por eso creo difícil que dos grupos de jurados coincidan, artista a artista, en los mismos ganadores.

Ahora, en los concursos hay tomas de decisiones que pueden ser objetivamente explicables. La adjudicación del gran premio no a Miguel Ramírez, que tiene la obra visualmente más potente de la Bienal, sino a otro autor, igualmente excelente; (Este tema crea cierta controversia: La señora Marianne de Tolentino en un artículo publicado en el periódico Hoy, el 29 de agosto de 2009, página 1 de la sección “vivir”, dice: “La obra indudablemente triunfadora en esta Bienal es la sobresaliente instalación – premiada por suerte – de Miguel Ramirez, hermosa, radical, conceptuosa, magníficamente trabajada, una pieza contundente que corresponde a una época y sus avatares sociales”).

En mi opinión la no concesión del Gran Premio a Miguel Ramírez se debe a una relación referencial, que no es el único caso en la Bienal, de su obra “Odiseo” con el trabajo de Alexis Leyva, Kcho, de Cuba (ver imágenes Nos. 2 y 3). Yo supongo que la calidad y la fuerza descomunal de esta obra, el potencial de su producción y su trayectoria pesaron a la hora de concederle un premio, más, incluso, que a Pascal Mecariello, que con una obra con el mismo mundo personal y calidad habitual de su autor, ganó el Gran Premio.

Esta obra, la ganadora del gran premio, que es una pintura, no pierde por utilizar la técnica del découpage. Posee dos niveles en su construcción: una  infrapintura, ejecutada a la cola, muy sensibilizada, que funciona como un continuo, un colchón, que se desarrolla sobre la superficie pictórica en decoupage “papelitos recortados y pegados”. Recordemos que Matisse utilizó esta técnica – en su caso papeles guacheados y recortados – en la serie Jazz 1943-46, The knifethrower 1947, The sorrow of the King 1957, o la reelaboración de su famosa “joi de Vivre” de 1906 con resultados que representan un antes y un después en la Historia del Arte del Siglo XX.

Termino señalando que mi primera impresión de la exposición no fue buena, como si la Bienal hubiese entonado ya su canto del cisne, sin embargo, creo que si enfrentamos la crisis que ella vive,  como un sector sólidamente unido, con sentido de nuestros fines, apostando fuerte por un cambio,  superaremos esta coyuntura y antes que una muerte, celebraríamos el nacimiento de una nueva Bienal.

En síntesis

Alonso Cuevas

Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Santo Domingo (1969 – 1974), en la Real Escuela de San Fernando de Madrid (1975 – 1976), en la de Arte y Arquitectura de Marsella (Luminy) (1976 – 1979) y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Paris (1977 – 1980). Ha sido becario del gobierno francés (1976 – 1980). Realizó cursos monográficos de Historia del Arte y Teoría de las Ideas Estéticas en la Universidad Complutense de Madrid (1975 – 1976) y en la Universidad de Paris VI (1978 – 1980).Ha impartido docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (Teoría y Práctica del Color) (1995 – 1997) y en la Escuela Nacional de Bellas Artes (1998 – 2000). Ha representado a la República Dominicana en numerosas exposiciones nacionales e internacionales: XIII Bienal de Bellas Artes (1974) (Premio FALCONDO). Salón de Artistas Franceses (1978) (Mención de Honor). 

Salón de Artistas Becados del Gobierno Francés (2do. Premio). XVI Bienal Internacional de las Palmas de Gran Canaria (1980) (1er. Premio).  Prix Internacional de la Ville Vitry/Seine – Paris 1980  (1er. Premio). Prix Canson – 1984 – Mención de Honor. XVII Festival International de la Peinture – Cagnes/Mer 1985 – 1era. Paleta de Oro. Premios Fundación Arawak 1986 – Premio de Honor.

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