DEBATE
Oír otras voces antes de “tumbar el muro”

<STRONG>DEBATE<BR></STRONG>Oír otras voces antes de “tumbar el muro”

Lic. Bernardo Vega
Sus Manos.-
Estimado Bernardo:

He leído, con especial atención, tu artículo del pasado sábado 22 de los corrientes en el suplemento Areíto, del diario Hoy, lectura sabatina obligada en tiempos de carencias dolorosas de espacios culturales abiertos en el diarismo dominicano.

Te refieres a la eliminación del muro que cubre, en su parte posterior, a la Fortaleza Ozama, espacio de singular valor histórico y cultural que administra el Ministerio de Cultura. Desde que llegué a esta posición ministerial, en el 2004, vengo recibiendo sugerencias de diversas personalidades para que propicie la destrucción del denominado Muro de Trujillo, debido a que fue construido durante la dictadura y a que afecta el paisaje en esa zona de la Ciudad Primada. Pero, al mismo tiempo, he buscado el parecer de otras no menos relevantes figuras de nuestra vida pública que se muestran contrarias a una decisión de este tipo.

Ante tal disyuntiva, y no constituyendo esa construcción prioridad alguna para los planes culturales de este Ministerio y de nuestro Gobierno, optamos por dejar fuera de nuestra agenda el tema del muro, que ahora salta a la palestra gracias a tu referido artículo que nos insta a tumbar, a mandarria limpia, como el muro de Berlín, la imponente estructura que la dictadura levantara en los tiempos en que la Torre del Homenaje servía de cárcel, a más, como bien explicas en tu trabajo, de que servía para impedir el contrabando, ya que para entonces la fortaleza daba directamente al río Ozama.

Casi siete décadas tiene ese muro ahí, que a algunos parece no molestarle en absoluto, y a otros, como es tu caso, les resulta un adefesio que impide la visibilidad completa de la imponente fortaleza colonial, constituída por la edificación de entrada, la Torre del Homenaje y el polvorín, a más de sus espacios abiertos donde están situados los cañones coloniales.

Creo particularmente, que tu propuesta merece atención a la altura de tus conocimientos, trayectoria y experiencia como historiador y arqueólogo, pues obviamente no se trata de una sugerencia caprichosa, puesto que con la misma comulgan personalidades de la vida cultural y  política del país, a quienes he consultado.

Empero, entiendo que la medida de eliminar ese muro no es simplemente administrativa. O sea, el Ministerio de Cultura no debe tomar una decisión precipitada ni unilateral, pues de cualquier  modo el Muro de Trujillo, que algunos prefieren que no se le denomine de esa manera, tiene también, de algún modo, su valor histórico y está circuncidando el entorno citadino donde está enclavado desde hace, nada más ni nada menos, que 68 años.

Si existiese un gran consenso de todas las instancias de orden cultural, social y político, yo estaría de acuerdo en que eliminásemos ese muro, facilitando de ese modo una mejor visión de la estructura colonial citada, sobre todo si se nos permitiese levantar, como bien sugieres, una especie de anfiteatro, en la zona de mayor inclinación, que sirva para realizar conciertos y recitales, lo que agregaría un factor de valor cultural y turístico al mencionado entorno.

Es importante consignar que el muro cubre una ruta amplia que se inicia formalmente, no frente al Monumento a Montesino, como señalas en tu artículo, sino justo frente a las oficinas aduaneras, donde se encuentra situada la Dirección General de Patrimonio Cultural Subacuático, un importante departamento del Ministerio de Cultura dedicado a la salvaguarda y cuidado del patrimonio submarino y que constituye una de las áreas más respetadas y cuidadas de la cartera a nuestro cargo. El muro es parte de la estructura que alberga a este departamento, y su derrumbe sin dudas afectaría su instalación y, por ende, sus proyectos.

De todos modos, creo que al final de tu artículo dejas entrever la flexibilidad de que se mantengan “unos veinte metros del muro en uno de los dos bordes actuales del mismo”, lo cual sería una forma, pienso yo, de eliminarlo en sus ejes centrales y mantener el “recuerdo” de su existencia en esos bordes.

El tema brinda la oportunidad para un interesante debate, en busca de un consenso que determine de manera definitiva tal vez, el destino del muro y la revalorización, si vale el término, de la Fortaleza Ozama como estructura colonial, como museo histórico y como proyecto cultural.

En tal virtud, me vas a permitir una sugerencia, que creo fundamental para poder enfrentar el tema con la debida ponderación y cuidado con que me manejo como persona y como funcionario. Vamos a abrir el debate, que nos lleve a una solución armonizada, que sirva para hacer el planteamiento conclusivo sobre este tema.

Tu opinión ya ha sido externada, pero voy a sugerir que se escuchen ahora las voces de expertos y conocedores del asunto, para que ofrezcan de forma abierta y sincera sus respectivos pareceres, utilizando –si se nos da permiso para ello- las mismas páginas de Areíto donde dan cabida hoy a mi opinión, y antes a la tuya, tan generosamente.

Sugiero pues, formalmente, que en este debate participen, desde ya, las siguientes personalidades:

• El Presidente de la Academia Dominicana de la Historia, Dr. Frank Moya Pons.

• El reputado intelectual y arqueólogo, Marcio Veloz Maggiolo.

• El Director Ejecutivo del Patronato de la Ciudad Colonial, Arq. Esteban Prieto.

• El director del Museo Nacional de Historia y Geografía, el respetado historiador Dr. Héctor Luis Martínez.

• La presidenta del ICOMOS, Arq. Virginia Flores.

• La directora del Centro Histórico, de parte del Ayuntamiento del Distrito Nacional, Arq. Diana Martínez.

• La Directora de Patrimonio Monumental, Arq. Edda Grullón.

• Los muy respetados arquitectos Eugenio Pérez Montás, Manuel Delmonte Urraca, Luis Eduardo Delgado (Pipí), Gustavo Moré (Cuquito), Manuel Salvador Gautier, Omar Rancier, Erwin Cott, Leopoldo Franco, Juan Mubarak, José Enrique Delmonte, Risoris Silvestre, Cristian Martínez Villanueva y Linda Roca, y el ingeniero Pedro Delgado Malagón

Creo, además, que junto a estos expertos, todos involucrados en el desarrollo de la Ciudad Colonial, resulta clave conocer los pareceres de personalidades de la talla del Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América, Mons. Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, del propio Alcalde del Distrito Nacional (aunque Diana Martínez puede dar la tónica de sus conclusiones), y de nuestra Viceministra de Patrimonio Cultural, Lourdes Camilo de Cuello, que tiene su propia apreciación del tema, que ella debe exponer libremente.

Y junto a estas personalidades, creo que deben incorporarse al debate otros profesionales de la arqueología y de la historia, fundamentalmente, aparte de las políticas, entendiendo como tales a quienes ostenten posiciones de poder, en el ángulo oficial o fuera de éste, cuyas consideraciones nos ayudarían a sostener una visión más precisa y clara sobre el tema.

Como puedes ver, apreciado Bernardo, no se trata de tomar una medida unilateral que no adoptaría nunca, sino escuchar las distintas opiniones, ver por dónde se inclina la mayoría, y luego adoptar una posición concluyente, que debido a la solidez añeja de ese muro requerirá, en su momento, de la decisión definitiva de las instancias superiores correspondientes que, estoy seguro, se inclinarían a adoptar la medida que aconseje la prudente mayoría decisoria.

El debate queda abierto, pues. Espero que Areíto se anime a servir de asiento a todas las opiniones solicitadas y a las que puedan –por sus nombres- haber quedado fuera de la lista anterior. Los grupos privados que, según afirmas, se encuentran en disposición de aportar las mandarrias para eliminar el muro –por suerte, no tan polémico y funesto como el de Berlín-, podrían esperar el juicio de la mayoría para realizar su aporte. La fortaleza de los juicios solicitados  nos ayudará, sin dudas, a revalorizar la Fortaleza cubierta desde su margen oriental por el viejo muro trujillista. A propósito,  Bernardo, hemos de recordar este año el 50º aniversario de la decapitación de la infame tiranía de 31 años.

Con mis afectos de siempre,
*Ministro de Cultura

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