¿Debe subordinarse la política fiscal a la política monetaria?

¿Debe subordinarse la política fiscal a la política monetaria?

El Banco Central ha planteado que para que la política monetaria deje de ser restrictiva, la política fiscal tiene que reducir el déficit presupuestal neto del servicio de la deuda.

Efectivamente, la política fiscal tiene dos instrumentos que controla: el gasto neto de pago de intereses  y, en menor medida, la tasa impositiva. Esta última, llamada carga tributaria, es en nuestro país de alrededor de 17% del PIB o ingreso nacional. Es un resultado de la combinación de un conjunto de tasas de impuestos establecidas por Ley, como el ITBIS (16% del valor agregado), impuesto sobre la renta (25% de los ingresos factoriales) y el arancel promedio (6% de las importaciones). Es menos flexible que el gasto presupuestal, ya que el gobierno necesita sanción congresional para cambiar dichas tasas.

Al inicio del periodo, el gobierno sabe cuánto va a gastar, pero no sabe cuánto le va a ingresar, ya que grosso modo, los ingresos tributarios son una proporción fija del ingreso nacional (17%).

El ingreso nacional no lo controla sólo el gobierno; está también determinado por las decisiones del sector privado, sobre todo su gasto de inversión, y por el comportamiento del sector externo, específicamente la demanda de exportaciones.  Son, junto al gasto presupuestal, los tres componentes autónomos de la demanda efectiva.

Cada uno de estos tres sectores institucionales tiene un balance financiero (ingresos menos gastos en el periodo), que es generalmente un superávit del sector privado, un déficit del gobierno y, en nuestro país, un déficit del sector externo.

Hay una ley en macroeconomía, parecida a la Ley Universal de la Termodinámica en Física, que establece que la suma de los tres balances sectoriales es cero. Por tanto, si conocemos el ahorro neto del sector privado y el balance en cuenta corriente, sabemos necesariamente cuál será el déficit presupuestal.

Como no hay ninguna razón para que los dos primeros balances cambien, porque le gobierno quiera reducir su déficit, lo que ocurrirá es que el ingreso nacional  tendrá que bajar.

En efecto, al reducir el gasto presupuestal, y suponiendo que ni la inversión ni las exportaciones suban en forma compensatoria, se reducirá la demanda efectiva, el ingreso nacional y el empleo. Consecuentemente, caerán los ingresos tributarios y el déficit presupuestal posiblemente no bajará en la medida deseada.

La política monetaria restrictiva actual de altas tasas de interés y tipo de cambio sobrevaluado, ha deprimido la demanda de inversión privada y las exportaciones.  Pide que la política fiscal deprima aun más la demanda efectiva.

Sería un cuadro de política recesiva pro-cíclica, de profundización de la crisis. Agregar al shock externo, un shock recesivo interno.

No hay duda de que la asignación del gasto presupuestal neto del servicio de la deuda debe racionalizarse, priorizando los servicios sociales y la inversión en infraestructura física de apoyo a los sectores productivos. Pero su nivel, en términos reales, no debería bajar, más bien debe subir.

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