Debemos construir una real democracia

Debemos construir una real democracia

Samuel Luna

La República Dominicana no ha podido gozar de una democracia potable y funcional. Hemos pasado del caos al caudillismo, una práctica que nos ha marcado negativamente, dejándonos el sello de sociedad anárquica e incontrolable.
Ese tipo de caudillismo se manifestó como práctica en el siglo XIX, arropando a los países de América Latina. En el caso de la República Dominicana, el primer caudillista y dictador fue Pedro Santana. Lo penoso es que, después de Santana, seguimos arrastrando esos modelos de gobernar con acciones unilaterales, donde no nos importa el destino de la población y mucho menos en enfocarnos en un proyecto de nación que nos saque de lo común y de lo mediocre a un período más acorde con las riquezas naturales que ya poseemos.

Podemos observar que desde Pedro Santana hasta hoy hemos sufrido y experimentado la traición y las sangrientas dictaduras, dejándonos con una cultura de desconfianza y rebeldía; esa es la razón que no hemos podido trabajar en equipo, todo se torna en un desafío quijotesco. Podemos ver la proliferación de partidos políticos y el comportamiento antidemocrático de esas creaciones y empresas partidarias que supuestamente surgen para encarnar la democracia y la esperanza del pueblo dominicano.

Debemos tener muy presente que hace 62 años terminamos con una de las dictaduras más horrendas en toda Iberoamérica, nos referimos al período del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, la cual se extendió desde el 1930 hasta el día de su ajusticiamiento, 30 de mayo del 1961. Trujillo primero fue un militar, luego político con deseos de gobernar de forma permanente y con acciones unilaterales. No podemos soñar despierto, y pensar que ya todo terminó hace 62 años y que surgió la democracia cristalizada; las ideas fueron sembradas, nos formaron, nos dañaron, nos formatearon, es como expresó el sociólogo Max Weber, cuando afirmó que las ideas tienen consecuencias. Hasta el día de hoy estamos en busca de una democracia que nunca hemos experimentado , esto se debe a las prácticas sembradas desde Santana, Trujillo, Balaguer y…no sé si expresarlo, pero debo decirlo, a los partidos que también han surgido con el agua bendita de la supuesta democracia pero que sus prácticas reflejan un caudillismo estructurado y legalizado.
Todo es un sistema montado, una trampa, una fosa oscura que hace que los sueños se diluyan y se conviertan en polvo y en cenizas.

Un amigo me envió un video con el merengue de los Kenton, que dice: “La política compay, la política compay.” Ese merengue captura el sentir del pueblo y el comportamiento de la mayoría. Para sumar al desastre, ahora somos testigos de tantas alianzas para sacar al gobierno de turno. ¿Y saben qué? Esto mismo se le hará a los próximos gobiernos, porque somos una Sociedad caudillista.
Creo firmemente en algo que leí, que dice: “Una sociedad democrática considera y recibe que su orden social es construido entre todos. Percibe a sus ciudadanos como fuente y como creadores de ese orden. Tiene conciencia de que los ciudadanos pueden modificar el orden social.”

En conclusión, la democracia funcional depende de nosotros, del pueblo, no debemos permitir que los partidos con naturaleza de empresas marquen el ritmo de nuestro destino.

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