Debemos cuidar los partidos y los políticos

Debemos cuidar los partidos y los políticos

Resulta  un buen momento para  dedicarle algún tiempo a pensar seriamente en la importancia que  representan para el presente y futuro democrático e institucional,  nuestras estructuras políticas y los políticos; sobre todo, cuando se advierte desde algunos sectores importantes, la sutileza de  sembrar la idea de que todo está dañado y que las soluciones podrían proceder de otros segmentos.

Es cierto que en los partidos se han cometido errores garrafales a lo largo de nuestra historia; que ha habido y existen actuaciones dirigenciales  que desmeritan y envilecen dicha actividad; que  se han cometido acciones reñidas desde todos los ángulos con las normas éticas y morales que deben enmarcar las acciones públicas y privadas de los actores políticos, y que la corrupción ha estado presente en las acciones de muchos protagonistas sin recibir ningún tipo de sanción.

Nadie discute eso,  pero de ahí a pensar que otros segmentos de la sociedad, especialmente quienes conforman las cúpulas de poder, están en  mejores condiciones de trazar las pautas que deben normar nuestra vida institucional, es un error tan garrafal como pensar que todas las estructuras políticas del país están dañadas.

Los partidos son el reflejo de las acciones coyunturales de sus dirigentes, y dependiendo de quienes los dirigen pueden cambiar de rumbo, puesto que están sometidos a la consideración de sus membresía, lo que no ocurre en otros estamentos de las cúpulas, que sin estar sometidos a escrutinios,  solo obedecen a  intereses, y sus actuaciones varían según sus conveniencias particulares, no necesariamente para el resto de la sociedad.

He expresado muchas  veces, que a pesar de los errores de los políticos, siempre confiaré los destinos del país a los partidos, más que a los que habiendo metido sus manos  en todos los procesos y sacado grandes beneficios de diferentes formas, tratan de desacreditarlo.

No para sustituirlos puesto que no tienen espacio, sino pretendiendo establecer vínculos, para  tratar de  moverlos según sus conveniencias.

No permitamos que se desacrediten nuestros partidos, puesto que solo ellos pueden y deben dirigir los destinos del país por la vía democrática. Nuestra alternativa debe ser la de contribuir a su saneamiento y fortalecerlos.

Lamentablemente algunos sectores, incluso políticos,  que al no  darse cuenta de sus errores se colocan al margen de las mayorías, como resabio, viven lanzando piedras a los demás árboles al partidismo, ignorando que nadie que se dedique a  lanzarle piedras a los árboles  cosecha frutos buenos y sanos.

Que  quienes obedecen de diferentes formas a las orientaciones de los sectores de poder que facilitan bienestar y ofrecen oportunidades de escalar  socialmente torpedeen a los políticos, se entiende; pero quienes entendemos que los partidos son la mejor y única vía de canalizar las  inquietudes sociales y políticas, debemos vigilarlos  y evitar que quienes  tienen como objetivo primario y fundamental la obtención de riquezas, enturbien el panorama e inventen fórmulas que no garantizan ni obedecen a los mejores intereses.   

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