El día que ustedes estuvieron ante el Señor su Dios en el monte Horeb, el Señor me dijo: Reúne al pueblo para que escuchen mis palabras y aprendan a honrarme todos los días de su vida, y enseñen a sus hijos a hacer lo mismo. Deuteronomio 4: 10.
El mundo ha influido de manera poderosa en la humanidad, perdiéndose los valores, el respeto y la moral. Es difícil conocer a alguien que hable de honra. Los hijos no saben lo que significa honrar padre y madre. Al contrario, el hijo se considera igual a sus padres y con los mismos derechos.
Es necesario que enseñemos a nuestros hijos a honrarnos y, en esa medida, ellos aprenderán a honrar a Dios. No permitamos que las enseñanzas del mundo sigan dañándonos y desvirtuando el diseño original por lo cual nacimos.
Debemos rescatar lo que se ha perdido y retomar las enseñanzas de nuestro Padre Celestial, para que podamos tener una vida abundante, una familia sana, una sociedad cambiada, un país diferente y un mundo transformado.