Debemos incentivar y proteger el ahorro

Debemos incentivar y proteger el ahorro

POR JULIO SUERO
No soy economista, aunque quizás tenga y repita, sin saberlo, concepciones económicas heredadas, como decía Keynes, de algún «economista muerto». Lo que si soy, sin ninguna dudas, es un ahorrista consumado, eso sí de recursos que tienen acta de nacimiento.

Me educaron desde niño, rechazando la cultura hedonista, en la necesidad del ahorro por considerar que este, y su acumulación, es la fuente de la inversión y de la riqueza del individuo y de la sociedad en su conjunto.

Y he sido tan consecuente con esta propensión que siendo victima reciente en mis ahorros de las debilidades del sistema financiero nacional, sigo creyendo en él e inculcándolo a mis hijos y a mis amigos. Y en calidad de tal, quisiera aprovechar la oportunidad para hacer una sugerencia que considero pertinente.

El otro día, me preguntaba Nuría: «¿Qué se siente cuando se va tu ahorro»?. Difícil de responder: Cuarenta años de trabajo continuo, casi toda una vida, ahorrando, sin que te venza el derroche, sin envidias, sin egoísmos, sin avaricias, pero con sentido de responsabilidad, y luego se te van a pique el seguro, tres bancos y se llevan de un plumazo, en horas, el sacrificio de calidad de vida y «buen vivir» a que te sometes disciplinariamente tú y tu familia por ser ahorrador en el buen sentido de la palabra.

Hoy se somete una ley para castigar el ahorro. No me opongo. Creo que puede ser sana. Más aun: saludable. Pero creo que es injusto y desproporcionado un monto del 15% de lo que se recibe por el ahorro, porque puede liquidar los incentivos para ahorrar con todas sus consecuencias económicas y sociales.

¿Por qué puede ser sana?. Porque podría destinarse, lo que se recaude con su aplicación, no para cubrir gastos improductivos, sino para constituir un fondo que tenga como propósito garantizar el ahorro, ya sea en pesos, dólares, euros, yen, en lo que sea. Para transparentar este fondo podría exigirse que los ahorrantes tengan acceso a los movimientos que se registren en el mismo, a través de publicaciones periódicas de los principales medios de comunicación escritos. Asimismo, que los organismos supervisores del gobierno publiquen con frecuencia la situación bancaria.

Con esto, creo sinceramente, que consolidamos el sistema de ahorro de la República Dominicana y lo protegemos de su actual vulnerabilidad.

Con esas medidas, los ahorrantes del país que sobrepasamos el millón, recuperamos la total confianza en un sistema que es la base del crecimiento de todos los pueblos.

No desperdiciemos la oportunidad. Estamos incentivando, todavía con resultados magros, el ahorro de agua, energía y gasolina. Y, en un verdadero contrasentido, podemos estar promoviendo que se derroche el dinero. ¡Mucho cuidado!

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