Deben escuchar esa voz

Deben escuchar esa voz

No es don Alejandro E. Grullón E. hombre de hablar por hablar. Por tanto, su voz orienta. Es dominicano que ama su país y cree en su futuro. Además de lo relacionado con la banca, forma parte del grupo de empresarios importantes con presencia en actividades dirigidas al bien común.

El Grupo Financiero Popular, conducido por el experimentado banquero, ha cumplido 40 años de su fundación. En la ocasión fue oficiada por el Cardenal López Rodríguez una misa en la Catedral. En la homilía dijo el Cardenal que los del GFP han sido cuatro décadas «de trabajo serio, creíble, estimado y respetado».

Finalizada la misa, don Alejandro ofreció declaraciones a los medios, que el gobierno, si tiene oídos para escuchar, y no sólo para oír, debe prestarles atención, pero no para desmentirlas por el gusto, o por autoritarismo o arrogancia, sino para ponerlas en práctica. «Los cambistas que especulan con el dólar deben ser sometidos a la justicia». En el caso de rumores que inquietan, y pueden dañar al sector bancario, «se deben explicar sus orígenes, y frenarlos». Es más saludable que las autoridades monetarias indiquen los bancos «que no vayan a ser intervenidos», en lugar de ofrecer declaraciones en el sentido de que no habrá intervención de ninguno, «porque puede suceder que tengan que actuar en contrario». Hace poco hubo insistentes rumores, desmentidos rápidamente por las autoridades, acerca de la posibilidad de que el Banco Central interviniera las cuentas en dólares.

A propósito de lo que llama «la enfermedad del dólar, don Alejandro menciona como remedios la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, atraer inversiones extranjeras, y estimular las dominicanas con la repatriación de capitales criollos llevados a otros países. Se ha comentado que el acuerdo con el FMI no está listo para la firma. La demora en el proceso se la conecta con negociaciones realizadas por el gobierno con el Club de Paris. El banquero acierta al expresar que la fuga de capitales disminuirá cuando el país tenga confianza en sus instituciones. Sabe que esa confianza «no se compra», por tanto, fuera bueno saber si las administración tiene el propósito de forjar esa confianza.

Diferentes sectores entienden que las autoridades no han tenido éxito en la elaboración de fórmulas para estabilizar la tasa de cambio. Ven como simples experimentos infructuosos las denominadas «inyecciones de dólares» del Banco Central al mercado cambiario, que consumieron varios cientos de millones de esa moneda. Todo el mundo sabe que el gobierno influye «enormemente» en la tasa de cambio, que en la semana del 12 de este mes se elevó hasta 50 pesos por dólar, y que en esos términos fue tenida en cuenta para alza de los combustibles a 92 pesos 40 centavos el galón de gasolina premium, 83 pesos 95 centavos la regular, y 66 pesos 05 centavos el gasoil.

Con los combustibles a esos precios, debido a que su uso es indispensable para todas las actividades productivas, están fallidas las esperanzas de la población de que mengüe, y menos desaparezca la crisis que la golpea desde el principio de la administración. Los productos que alguna vez formaron la denominada canasta familiar, caben ahora en un macuto. Al paso que lleva bastará un ñango de los utilizados para recoger café.

En medio de la aguda crisis económica que sufre la gente, se tiene el proceso electoral de mayo, «el cual talvez no le deje tiempo al gobierno para procurar inversiones reproductivas», opina Don Alejandro, a lo que se agregan los agentes continuistas del Presidente, citados por muchos como origen de la calamitosa situación económica, y causa de la más peligrosa división del partido del jacho en toda su historia. Los aprestos reeleccionistas tienen al otrora partido de la esperanza nacional despojado de su esencias, sus principios y objetivos institucionales..

¿Será un sueño, o existió alguna vez José Francisco Peña Gómez?

Ahí está, flamante, el Presidente candidato no del partido que lo llevó al Poder, sino de la facción PPH, convirtiéndose ésta en el tremebundo elefante dentro de la cristalería, o en la vaca conuquera en el sembradío. Está igualmente, pero no flamante, sino desteñida y deshilachada, la figura de un médico santiaguero a quien nadie supuso vocación para «vestirse» con la ridiculez «lajaraburguesa» de 1974. Peor, porque aquel contralmirante retirado de la Marina podía «justificar» obediencia a su comandante en jefe. Pero también está ahí el pueblo, y su poder.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas