¿Deben los científicos dejar de opinar?

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La semana pasada seis científicos y un funcionario del gobierno italiano fueron sentenciados a seis años de prisión por «homicidio involuntario por hacer comentarios «falsamente tranquilizadores» previos al terremoto que sacudió la región de L’Aquila en 2009. Pero, ¿fue algo justo?

Primero, tenemos que entender los límites de la ciencia en lo que se refiere a terremotos.

Comunidad científica en ascuas por condena a sismólogos italianos ¿La ciencia a juicio por un terremoto? Italia recuerda el terremoto en L’Aquila Ian Main, profesor de sismología de la Universidad de Edimburgo, integrante de la comisión internacional sobre predicciones sismológicas establecida después de L’Aquila, asegura que hasta cierto punto es posible anticipar dónde ocurrirá un terremoto.

«Podemos predecir que con casi total seguridad ocurrirá en una zona dada con una muy baja probabilidad, quizá una vez en 100 años, una vez en 1.000 años, dependiendo del tamaño del sismo. Ese es un riesgo que está allí todo el tiempo», asegura Main.

En L’Aquila una serie de movimientos menores, el llamado «enjambre sísmico», ocurrió antes de que golpeara el terremoto principal. Main asegura que luego de un «enjambre» las probabilidades de que se produzca un sismo mayor se incrementan pero siguen siendo bajas.

«Hay una oportunidad de uno en cien de que un «enjambre» termine en un terremoto mayor, o que un terremoto menor dispare uno más grande. Es algo muy raro pero ha ocurrido».

En otras palabras, 99 de cada 100 veces los movimientos telúricos de este tipo no desembocan en un gran sismo. Pero en L’Aquila, por supuesto, sí ocurrió.

Cuestión de opinión

En el pasado en L’Aquila, después de un enjambre, algunos residentes dejaban sus casas y dormían en sus automóviles para evitar el peligro del colapso de edificios.

Pero en esta ocasión, los comentarios de las autoridades hicieron que muchas de esas personas cambiaran su tradicional respuesta y se quedaran dentro de casa.

Este caso no es sobre la habilidad de los científicos para predecir terremotos, es sobre las declaraciones comunicando los riesgos de un terremoto.

De Bernardinis, exjefe de protección civil, habría aconsejado calma y «tomar vino».

Los sismólogos italianos entendían que un terremoto era improbable pero no imposible.

En una conferencia de prensa, sin embargo, el mensaje pareció ser que eso significaba que no había nada de qué preocuparse. Esa falsamente tranquilizante declaración formó parte del caso en su contra.

Bernando De Bernardinis, entonces jefe encargado del departamento de protección civil italiano, habría aconsejado a preocupados residentes que regresaran a casa y tomaran una copa de vino e incluso les habría especificado de qué clase: «Absolutamente un Montepulciano».

«La comunicación está en la base de todo este caso», dijo David Spiegelhalter, profesor de Comprensión Pública de Riesgos de la Universidad de Cambridge.

«Los científicos se reunieron, hicieron una evaluación de riesgos y concluyeron que había un incremento del riesgo pero que el riesgo absoluto era muy bajo. Concluyeron que no podían confiar en que habría un terremoto».

«Sin embargo, esto fue comunicado luego al público y se entendió como un mensaje de que podían confiar en que no habría un terremoto. Eso fue lo que la gente entendió y eso es lo que condujo a este caso legal».

Ciencia «protegida»

Spiegelhalter acepta que es la responsabilidad de los científicos comunicar el riesgo efectivamente, pero teme que el caso de L’Aquila traiga malas consecuencias. ¿Podría esto disuadir a los científicos de ofrecer sus consejos independientes?

«Italia tiene problemas sísmicos permanentes. ¿Quién va a meterse en eso ahora?», se pregunta Spiegelhalter. Te hace pensar sobre los riesgos para los científicos de convertirse en asesores».

Algunas profesiones tienen protección legal. Por ejemplo, si un meteorólogo británico fallara en predecir una inundación que termine en pérdida de vidas, la Met Office (servicio meteorológico británico) tiene un fondo de indemnización profesional para cubrir a sus miembros.

«En ese punto, empiezas a sentirte expuesto, dada la sociedad crecientemente pleitista, y eso es una verdadera pena», dice Spiegelhalter, quien piensa que los científicos deberían tener una protección similar a las meteorólogos británicos.

«Sería terrible si empezamos a practicar ciencia defensiva y que las únicas declaraciones que hagamos sean cosas sonsas que nunca terminen de concluir una cosa u otra. Pero por supuesto que si los científicos están preocupados, eso es lo que va a pasar.»

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