Deber que no podemos eludir

Deber que no podemos eludir

El Sistema Nacional de Seguridad Social enfrenta muchos obstáculos. Demasiados intereses  tratan de imponerse sobre la ley y la razón. Son los mismos que obstaculizaron la aplicación práctica del Seguro Familiar de Salud y continúan minando sus bases para hacerlo fracasar; los mismos que le regatean a los asegurados servicios que les están cubiertos por ley, o les cobran anticipos y completivos no contemplados en ninguna parte. Los asegurados tropiezan cada día con nuevas dificultades que hacen entender que lo que menos se defiende son sus derechos y las reivindicaciones que debe garantizarles el SNSS.

Debido a eso, debemos hacer nuestro el llamado del vicepresidente Rafael Alburquerque a una cruzada en favor de la seguridad social. Son muchas las personas que aún están fuera del seguro familiar. Están fuera los trabajadores de cafeterías, pequeños talleres y negocios y otros centros de trabajo que se resisten a respetar lo que sobre el particular ordena la ley. Quienes estén trabajando y no hayan sido inscritos en el seguro familiar deben denunciarlo. La Secretaría de Trabajo debería realizar jornadas de inspección para detectar los centros de trabajo que se resisten a asegurar a sus empleados. Las centrales obreras deben asumir un papel más militante en defensa de los  trabajadores. La defensa de la Seguridad Social es un deber que no podemos eludir.

 

Criminalidad que no da tregua

No acabamos de salir del asombro por la ejecución de siete personas en una comunidad de Baní cuando ya sacude nuestra atención el asesinato del  reportero de televisión Normando García y el  taxista José Francisco Romero, en la ciudad de Santiago. Y no han sido esas las únicas muertes, pues en diversas partes del país la violencia criminal ha cobrado vidas.

En todos los casos el común denominador ha sido el mensaje que se deja a través de la saña de las ejecuciones. Sean por ajustes de cuentas del narcotráfico, rencillas  o por otras causas, estas muertes nos colocan ante un tipo de criminalidad que disfruta el baño de sangre. Las autoridades están llamadas a mejorar el desempeño de la prevención y tomar en cuenta aquellas señales que rompen ciertos esquemas. No basta con actuar a posteriori y dar adecuada respuesta a cada suceso. Si no somos capaces de prevenir, el crimen nos ganará la partida logrando cada vez sus objetivos.

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