La producción sin eficiencia y productividad, el mercado sin regulaciones ni vigilancias, son equivalentes a un caos económico más tarde o más temprano, el mercado, y la producción de los países, necesitan de normas regulatorias que junto con una seguridad social justa y adecuada produzca la paz y el progreso que requiere una nación civilizada.
Las regulaciones en general, deben generarlas y normarlas el estado, en nuestro país existe estructura legal para casi todas las áreas, lo que faltan son regulaciones y reglamentaciones, bien establecidas y cumplidas, que son el complemento de las leyes adjetivas y que sirvan de guía y limitación, tanto a los organismos responsables de las ejecuciones, como a los habitantes de esta nación.
Los Dominicanos tenemos condiciones y habilidades innatas, como es la poca vocación al crimen, aun con el desarrollo que este ha alcanzado en todas las latitudes, la hospitalidad que no nos brindamos recíprocamente, sobremanera a nuestros visitantes procedan de donde procedan y otras virtudes innumerables como es nuestro espíritu competitivo, nuestra aptitud para aprender, etc., etc., únicamente nos resta que nuestros gobiernos entiendan que la politiquería, la corrupción, la ambición de poder, los desmanes y la publicidad vacía de logros inexistentes no es gobernar una nación.
Las faltas imputables al gobierno las paga el pueblo que lo elige y para el cual debe gobernarse. Recordemos que el gobierno es un administrador del bien común, que toda culpa de la desviación y distribución de él, es una irresponsabilidad costosa a cargo del sacrificio económico y la estratificación de los habitantes de esta nación, quienes en definitiva son los contribuyentes únicos de impuestos, pues el empresario no es más que un mal intermediario en el pago de las contribuciones impositivas, pues al administrarlo siempre entrega mucho menos de lo que paga el consumidor.
Las administraciones gubernamentales que nos gastamos son tan ineficientes que buscan responsabilidad donde no existe, culpables donde puede haber inocencia, desperdician el tiempo y el dinero del pueblo en su propio provecho, en sus inversiones innecesarias o fuera de programación, y su inconsciencia sobre el arte de gobernar tiene un grado tan elevado que ni siquiera pueden destacar sobresalientemente los éxitos obtenidos y recurren a la mentira para exhibir obras que no han realizado o actuaciones inútiles donde se ha desperdiciado tiempo, dinero ajeno que es el de los impuestos o de los préstamos nacionales o internacionales. Sin embargo, cosas puntuales y vitales como es el mantenimiento del importante Puente Duarte, son dejadas de lado para hacer una cancha deportiva o innumerables viajes de turismo de funcionarios públicos de todos los niveles.
Hemos aprendido de todas las naciones que avanzan, que la salud y la educación garantizan el futuro de una nación y son los deberes primarios de un gobierno. Examinaremos los presupuestos de ambas áreas y encontraremos un resultado preanunciado, muchas botellas, muchos deberes incumplidos, mucha ineptitud de los que debieran enseñar, exceso de limitaciones para brindarle a los maestros el entrenamiento necesario que se requiere para educar, y con excepciones reales, no puede haber más abandono en lo que se refiere a la salud pública, ambos aspectos fundamentales del desarrollo son mal atendidos y subestimados, únicamente el pueblo lo sufre.
Los dominicanos debemos revestirnos del coraje y del valor cívico necesario para exigirle a los gobiernos que elige, la responsabilidad de cumplir con su deber y no dejarle solamente a Dios el que se lo tome en cuenta cuando falten, sino someter sus pecados al juicio definitivo de la justicia que es el mensajero de Dios en la tierra. No debemos respaldar huelgas paralizantes de la economía, justas por cierto, debemos exigir acciones positivas que obliguen a los gobiernos a cumplir sus deberes fundamentales, para que no tengan otra salida que no sea la de educar y cumplir con la salud nacional que no necesariamente está en nombrar médicos, aumentarle el sueldo a los mismos, o bajo presión satisfacer las exigencias de sindicatos, sean de maestros, o de otras actividades laborales. Debemos oponernos a los paros generales, que vienen a ser rémoras de la economía, y sustituirlo por la elevación de una oración al Altísimo, con difusión internacional, acompañado con un minuto de silencio a una hora determinada, extendido a todo el territorio nacional y con seguridad, esto debe ser un instrumento más efectivo y menos costoso en sangre y recursos para apoyar reclamaciones justas, que una huelga general que detenga la producción y la atención que requieran los servicios esenciales de una nación.
Los partidos políticos en general nunca han cumplido con su deber frente a sus seguidores y mucho menos frente al país, sus delegados principales, legisladores, autoridades municipales y Presidente de la República que son elegidos directamente de acuerdo a la constitución, no son reales representantes de sus pueblos, si acaso alcanzan satisfacer clientelismo corrupto. Recordemos que el sistema de partido es un elemento fundamental de la democracia, que es el mejor sistema de gobierno conocido, pero si este hace quiebra, las consecuencias son imprevisibles y puede contribuir enormemente a la destrucción de las simientes institucionales. Por eso rogamos ante Dios que ilumine nuestros líderes para llevarles por el camino del cumplimiento estricto de sus deberes, que no nos cansaremos de vociferarlo, que son: respeto a la soberanía, solidez institucional y en consecuencia apoyo a la educación, a la salud, a la producción, a la justicia y a cuanto tienda a una mejor distribución del bien común.
Hombres con vocación de poder, no olviden sus deberes fundamentales, no permitan que los cortesanos de siempre obnubilen su visión de estado que se simboliza en todo lo que tienda a proteger la libertad, la democracia, y la creación de trabajos.