Deberes macroeconómicos del próximo gobierno

Deberes macroeconómicos del próximo gobierno

Estos son los retos macroeconómicos del gobierno de cuatro años que se inicia en agosto: hacer un manejo inteligente de la deuda, representa alrededor de 38% de lo que producimos en un año; mantener el ritmo de crecimiento de la economía alrededor de su potencial, con el sector exterior neto como motor principal; preservar la inflación baja y estable, y lo mismo con la tasa de cambio; y que sea positivo el balance de la cuenta corriente.
Serán los temas de mis próximos artículos, se interrelacionan unos con otros, mientras, en lo que sigue, me ocupo de la deuda. Para reducir su peso debe crecer mucho menos que la economía, al revés de lo que sucedió de 2010 a 2018, cuando aumentó a una tasa media anual de 10.3% y 6% el PIB total
Para que baje ocho puntos y el volumen se ubique en 30% del producto en 2028, anual y comenzando el próximo año, la economía debe crecer por lo menos 2.5% más que la deuda y el doble si el objetivo se acerca para el 2025. Otros requerimientos, implementar una reforma fiscal integral que en el corto y mediano plazo genere alrededor de 5% del PIB, para pagar la totalidad de los intereses. Que sea positivo el balance de la cuenta corriente (diferencia entre ingresos y pagos al exterior por intercambio de mercancías, servicios, rentas y transferencias) y que supere los US$2,500 millones el volumen anual de inversión extranjera directa.
Es irreal reducir el peso de la deuda de esta manera, implica lo imposible, implementar la doctrina de déficit cero en el presupuesto y sector externo comenzando en 2020. En realidad el objetivo se logrará en el largo plazo, ralentizando el volumen de la deuda y acumulando altas tasas de crecimiento del PIB. En el corto plazo estas son las prioridades.
Uno, la deuda en dólares, como aumenta la sensibilidad de la economía, conviene eliminar el exceso acumulado de 2010 a 2018 cuando creció al ritmo de la deuda total, por eso su volumen actual es de US$22,998.59 millones, un poco más de dos tercios (67%) del total, muy superior a la media de 33% de los países en desarrollo.
Alto es el riesgo de que genere crisis financieras antes subidas de los tipos de interés, turbulencias cambiarias, aumento del petróleo y/o caída del crecimiento de la economía, con capacidad de reducir los influjos de capitales y hacer difícil la devolución de la deuda. Son escenarios que nadie puede descartar frente a la coyuntura actual cargada de incertidumbres.
Dos, la reducción poco a poco de la deuda en dólares debe acompañarse de mayor maduración, es de 10 años y de 5.6 años la deuda interna, el promedio menor al horizonte de 10 años de Latinoamérica.
Y tres, bajar su costo para que suceda lo mismo con el promedio de la deuda total de 7.7% en 2019, no obstante ser mínimo el riesgo de aumentos de los tipos en el mercado de capitales, y que por la enorme deuda global, el FMI no vislumbra el inicio de una senda de subida gradual del dinero por parte de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo.