Debilidad que perdura. Ser rico no es un delito. Sin embargo, frente a cambios meteóricos de pobre a millonario algunos decían que “habitualmente detrás de sorpresivas fortunas había un crimen” y dejó de mencionarse después que la política se convirtió en negocio y el narcotráfico, mejor conocido como “crimen organizado”, se fortaleció teniendo en sus manos a líderes y gobernantes en muchas partes del mundo.
Dos mini-anécdotas como ejemplos: 1) Pregunté a una amiga si quería ser millonaria o ser feliz y sin titubeos me dijo: Millonaria. Ahora lo es, se casó con un político; 2) A un billetero que me ofreció uno diciéndome que sería el premio mayor del próximo domingo, le pregunté “¿Por qué no te quedas con él?” y me respondió: Hay que ganarse la vida.
Las recientes capturas de grandes cargamentos de drogas en nuestro país, son como una resurrección de la frase sobre fortunas y crímenes, de la cual deben burlarse los nuevos millonarios, políticos o no, que están convencidos de las debilidades de nuestro sistema judicial.
Lea a continuación: Primero la trampa
Por: Eusebio Rivera Almodóvar
La ley de extinción de dominio, que permitiría rescatar o incautar los bienes robados al Estado, es otro ejemplo más de la propensión de los dominicanos a copiar primero lo negativo y luego los correctivos que otros emplearon, ya que ocho países latinoamericanos se nos adelantaron en su aplicación.
El adagio dice “Quien hizo la ley hizo la trampa” para expresar dudas razonables sobre las posibilidades de que frecuentemente aparezcan quienes intenten y logren burlar las leyes y resulta interesante que en nuestro país los legisladores que harán propuestas sobre el proyecto de ley de extinción de dominio se acomodarán en un hotel o “resort” para deliberar y se plantea que el resultado no estaría listo hasta el mes de octubre, o más allá, para ser sometido al congreso.
Es decir que se les está dando gabela o ventajas a los corruptos para arreglar su mundo antes de que se pueda aplicar la ley que les incautaría lo robado y eso sería como hacer la trampa primero que la ley.