Debilidades a flor de suelo

Debilidades a flor de suelo

En Haití el terrible sismo hundió vidas e infraestructura, pero ha sacado a la superficie las enormes debilidades de un Estado primitivo y desorganizado. Esta realidad nos dice que además de edificios, servicios públicos y medios de producción, en Haití hay que trabajar para lograr una organización institucional que permita calificar a ese país como un verdadero Estado, con todas las de la ley.

  Desde todo punto de vista, paralelo al levantamiento de infraestructura  de servicio -la destruida por el terremoto y la que nunca ha existido a pesar de ser necesaria- la gran tarea de la solidaridad internacional será la de ayudar a los haitianos a organizar un Estado bajo criterios modernos, con una visión más cónsona con el entorno geopolítico y orientado a sacar a camino a la nación más atrasada y pobre del hemisferio.

En estos momentos el papel de la República Dominicana, como vecino más cercano de  Haití, es volcar, como lo ha estado haciendo, toda su solidaridad para mitigar el dolor ocasionado por el desastre. Pero debemos ir pensando en cooperar con el vecino país, en el momento oportuno, para ayudarle a salir del atraso institucional. Ese tipo de cooperación permitiría mejor entendimiento e intercambio entre los dos inquilinos de la isla Hispaniola. Ayudaría a moderar los desequilibrios que nos separan.

Miremos un poco hacia adentro

Por solidaridad humana, nuestra atención está enfocada hacia Haití y la terrible situación causada a ese país por un sismo de 7 grados Richter y múltiples réplicas. Pero más temprano que tarde deberíamos mirar hacia adentro y pensar en que estamos ante la misma posibilidad y riesgo de una calamidad similar. ¿Cuándo y cómo, de qué magnitud? Nadie lo sabe. A lo sumo, se deduce la posibilidad en base a ciclos de repetición sísmica registrados.

Mirándonos en el espejo de Haití deberíamos apresurar un inventario de nuestras debilidades en este orden. Debemos ver las condiciones de seguridad y escape en nuestras edificaciones más altas, en la infraestructura de servicio público, la capacidad de movilización en casos de emergencia, personal especializado  en mitigación de desastre, refugios  y cosas por el estilo. Hacerlo no significa fatalismo ni nada que se parezca. No hacerlo sería creerse inmune a lo que es tan posible.

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