Decepcionante batalla contra la concentración

Decepcionante batalla contra la concentración

Muy poco se ha logrado para eliminar la aberrante práctica de concentrar en dos o tres hospitales de Santo Domingo el mayor volumen de pacientes, con la consecuente elevación de las cifras de mortalidad que genera el hacinamiento. Los ejemplos por excelencia son la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, el Hospital Infantil Robert Reid Cabral y el Hospital Darío Contreras. Parecería que las ampliaciones de espacio físico se diluyen rápidamente porque la prestación de servicios tipo “tiempos de guerra”  se repite sin explicación razonable.

En el año 1998 la Maternidad cerró sus puertas para dar paso a un período de reconstrucción que duró aproximadamente seis meses, ofreciendo servicios provisionalmente en un área habilitada en el Hospital Moscoso Puello y derivando pacientes a otros hospitales y sub-centros en todo el Distrito Nacional, donde también fue enviado en forma proporcional personal médico y de enfermería, logrando disminuir dramáticamente (cerca del 50%) las cifras de morbilidad y mortalidad  porque el descenso del volumen de pacientes generó un servicio más eficiente, ya que los recursos fueron incrementados indirectamente al utilizar las facilidades de las instituciones colaboradoras en la emergencia. El monstruo hospitalario se fragmentó en pequeñas maternidades y esta experiencia fue olvidada por las autoridades, quienes debieron implementar la misma metodología con los hospitales de concentración, aún sin reconstrucciones, para que las madres, los niños y los accidentados tuvieran en cada hospital o sub-centro de la capital una unidad de servicio materno infantil, pediátrica y traumatológica, utilizando miles de médicos y enfermeras desempleados.

Cuando el gobierno, bajo cualquier pretexto, utiliza la austeridad en salud, no puede ser llamado austero, sino tacaño, mezquino e indolente.     

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