El contrato entre el Estado dominicano y la firma canadiense Barrick Gold estuvo en las manos de los legisladores y éstos lo aprobaron en el número reglamentario de “lecturas”, pero sin lectura alguna. El contenido y las implicaciones de este compromiso les importó un bledo. En el momento oportuno no se interesaron por averiguar  qué tan perjudicial o benigno era el contrato.

Ahora, en medio de la efervescencia de campaña, el vocero de los  diputados del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Neney Cabrera,  aboga   por una  revisión de ese contrato, para ponerle caso a aquellas particularidades pasadas por alto en el momento en que correspondía hacerlo. Lo plantea ahora, cuando mover un punto o una coma de ese contrato puede provocar situaciones engorrosas y costosas para el país, en virtud de que el contrato está en plena ejecución.

Estas ocurrencias retratan un decepcionante ejercicio legislativo. Plantear ahora la revisión no buscaría más que la simpatía de los sectores que han estado denunciando ese contrato. El país, y en particular las comunidades en el área de influencia de las operaciones de la Barrick, se han quedado sin una importante certificación sobre lo perjudicial que resultaría este contrato que los legisladores aprobaron sin ningún cedazo.

Aniversario de de El Caribe

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