Decía el pachá de la Siribanda

Decía el pachá de la Siribanda

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

He aquí que el prudente, bien recordado y respetado Pachá de la Siribanda, consejero del mandatario más profundo de la antigüedad, aquel de cuya sabiduría y espíritu de justicia nadie osó nunca dudar, hablo del califa Harun ar Raschid el mandatario de Bagdad, cuyas decisiones aún sirven de luz a los estudiosos del arte de gobernar.
Decía el Pachá, que el gran éxito de su discípulo era aplicar, de modo prudente, la enseñanza que impartiría siglos después el celebérrimo filósofo griego Anaximandro, quien descubrió el principio que reza: quien divide traiciona.
Para aplicar con justicia las sabias enseñanzas secretas contenidas en el código de Manú y en el Rig Veda, el califa de Bagdad aprendió que lo más importante es saber que la unidad es fundamental cuando se trata de que un grupo logre el triunfo. Por ello, el trato entre iguales debe ser tan exquisito como el que se da a las flores de invernadero.
Las relaciones entre iguales sólo serán fructíferas cuando se ejercen con respeto por el otro. Como dijo nuestro bien recordado y reverenciado Pachá de la Siribanda, lo que es igual, no es ventaja. Tan sabia consigna permitió la paz y convivencia en la Grecia clásica, durante la Edad de Oro.
Lo más importante es la confianza. La confianza es un camino de dos vías que debe ser recorrido cada segundo, cada minuto, cada día. Basta con que se levante una sospecha para que veamos mala fe, trampas, emboscadas, en todas y cada una de las acciones y gestos de nuestro interlocutor.
La confianza en un importante ejercicio que sirve, permanentemente, para fomentar la gobernabilidad, para aumentar el respeto mutuo, para que se quiera continuar el camino en compañía.
La confianza se logra con el tiempo, con el hacer y dejar hacer, con la firmeza de una conducta que se mantenga como el primer día, plena de luz, de alegría, de cumplimiento de la palabra empeñada, de solidaridad.
La confianza es la piedra sobre la cual se levanta la creencia de que el otro actúa con transparencia, sin dobleces, con una conducta recta, donde la decencia y la educación sean componentes que normen el ejercicio de nuestras acciones.
El siempre bien recordado, citado y seguido en sus enseñanzas, Pachá de la Siribanda, tenía como axioma que hay confianza cuando se da la espalda al interlocutor, en la seguridad de que actuará de cara al sol antes, durante y después.
Con sospechas, con trapisondas, con malas experiencias del pasado reciente, con trampas, con barajas guardadas bajo la manga y, en ocasiones, exhibidas sobre la mesa sólo se llega a la división y quien divide traiciona. Nada más, por ahora.La confianza es un camino de dos vías que debe ser recorrido cada segundo

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