Declaran culpable a mujer RD mató niño

Declaran culpable a mujer RD mató niño

Un jurado popular ha declarado a la dominicana Ana Julia Quezada culpable del asesinato con alevosía del niño Gabriel Cruz, así como de sendos delitos de lesiones psíquicas y otros tantos contra la integridad moral a Ángel Cruz y Patricia Ramírez, padres del menor muerto el 27 de febrero de 2018 en Almería.
El jurado ha considerado probado, por unanimidad en todos sus puntos, que la acusada estableció una relación sentimental análoga a la matrimonial con Angel, conviviendo con éste y con el pequeño de 8 años, cuando al niño le correspondía estar con su padre.
De esta forma, Quezada, Ángel y Gabriel se desplazaron el 23 de febrero del 2018 a una finca de la abuela paterna del menor en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar. Cuatro días después, sobre las tres y media de la tarde, Gabriel le dijo a su abuela y a la acusada que se iba a jugar con unos primos que vivían cerca. “La acusada, inmediatamente después de marcharse Gabriel de la vivienda, se subió a su vehículo e interceptó al niño, instándole que le acompañara a la finca en Rodalquilar y, ante la “confianza generada” por ésta al ser una “persona íntimamente vinculada a su entorno familiar desde que inició la relación con su padre, accedió a irse” con ella.
Destaca que la finca se encontraba en un lugar alejado y deshabitado, a 5 kilómetros de la casa de la abuela, así como que la acusada era consciente de su superioridad respecto del niño, por la diferencia de edad y complexión, ya que el niño media 1,30 metros y pesaba 24 kilos».
Una vez en la finca, de forma intencionada, súbita y repentina, cogió a Gabriel y lo lanzó contra el suelo o pared de la habitación y, tras el impacto del niño, “procedió la acusada, con sus manos a taparle la boca y la nariz con fuerza, hasta vencer su resistencia y causar su muere” como consecuencia de la oclusión de los orificios respiratorios, por asfixia mecánica por sofocación.
El jurado ha tenido en cuenta la agravante de parentesco y que “quitó la vida voluntariamente a Gabriel de forma sorpresiva y repentina, sin posibilidad de defensa ni de reacción por parte del niño». Sin embargo, descarta el ensañamiento o que golpease al niño con el palo de un hacha y lo dejase aturdido hasta asfixiarlo, como mantenía la acusación particular, descartando la atenuante de confesión que apreciaba la defensa, negando asimismo el relato de esta última.
Respecto a los delitos de lesiones psíquicas y contra la integridad moral a los padres, recuerda que la búsqueda se prolongó durante 11 días, periodo durante el que Quezada “simuló encontrarse afligida y compungida, alentando los ánimos de los familiares y generando falsas expectativas sobre la aparición del niño, involucrándose en las labores de búsqueda, desarrollando una actitud de simulación, fingimiento y farsa publica y notoria».
También el jurado apunta que el 3 de marzo, con la intención de “distraer la atención en la búsqueda del niño y con la finalidad de dirigir las sospechas sobre su expareja”, colocó una camiseta de Gabriel sobre unas matas en un cañaveral de un paraje apartado y de difícil acceso, que conocía por haber vivido allí un mes, para “añadir más sufrimiento a los padres».
Afirma que el día 11 de marzo la acusada se trasladó a la finca de Rodalquilar y desenterró el cuerpo del niño, para envolverlo en una toalla e introducirlo en el interior del maletero de su vehículo, abandonando la finca.
Además, destaca que los padres padecen un estado de conmoción emocional, un trastorno de estrés postraumático y de adaptación, que precisa tratamiento continuado de farmacoterapia y psicoterapia, previéndose una evolución crónica, y una “disrupción completa en sus actividades cotidianas con dificultad de adaptación a la realidad».
En el caso de la integridad moral, añaden que el 9 de marzo “fue convocada una manifestación por las calles de la ciudad de Almería y, durante los actos celebrados en la Diputación Provincial y en la Puerta de Purchena, la acusada proclamaba que el menor iba a aparecer, portando camiseta donde aparecía la cara del niño y poda leerse, “Todos somos Gabriel». De esta forma quiso de modo deliberado “vilipendiar, humillar y vejar” a los padres.

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