Declaratoria de los muertos

Declaratoria de los muertos

Quienes suscribimos el presente documento deseamos testimoniar que somos niños, niñas, adolescentes, adultos y ancianos con el común denominador de ser muertos inconformes. Estamos cansados de morir y de que nos maten varias veces.

Nos quejamos de la impericia de los hombres del gatillo complaciente porque dicen que nos apuntan de frente y sin embargo las balas se nos pegan por la espalda o el costado. Hace añales que vienen afirmando que caemos en enfrentamientos pero luce como si nuestros disparos virtuales se dirigen al cielo puesto que caemos con los brazos levantados.

Agotada está la paciencia y la espera de redención, el purgatorio es un eterno infierno. En ocasiones solemos ponernos a soñar que estamos vivos y vemos cabalgando junto al Quijote, a gente de la talla de Bolívar, Duarte, Luperón, Martí, Gandhi, Bosch, Manolo y Caamaño.  Prolongamos la ensoñación y alcanzamos a mirar una humareda y con ella el sonido de aviones, bombas y cohetes en fatídico concierto de las guerras de rapiñas, los duelos entre bandas de narcotraficantes y la risa burlona del hada corruptora. Ahí ya no es un sueño, llamémosle por su nombre, es una cruel pesadilla. Despertamos de ese estado y optamos por seguir muertos. Preferimos que nos declaren ciegos, sordos y mudos, en tanto que rechazamos la burla de un fingido recuerdo de quienes ayer nos vilipendiaban y denostaban por unas cuantas monedas.

Los terrenos originalmente asignados para el jardín del Edén hemos tenido que habilitarlos para albergar a la caterva de infantes y madres embarazadas que nos llegan a diario, despedidas a destiempo del suelo patrio, las cuales alegan ser víctimas de la injusticia social reinante.  Exigimos la consagración en la Carta Magna del derecho de nuestras almas a deambular, zambullirnos y nadar en libertad por todo el litoral que  va de Montecristi a Cabo Engaño,  llegando hasta Higüey, para seguir ruta ininterrumpida hacia el sur, sin detenernos hasta llegar a Pedernales.

Reiteramos que estamos hartos de morirnos saturados del alcohol hijo de los rones y las cervezas, con los cuerpos destrozados por la velocidad y la imprudencia de choferes, pasajeros y transeúntes embriagados. ¿A qué se debe vuestra sádica actitud de matarnos de tan diversas formas? Unas veces es el hambre que nos aturde, otras es el SIDA y la tuberculosis que nos derriba. La enfermedad coronaria, el cáncer y los tiros nos exterminan por montones. ¿A ustedes los vivos no les avergüenza este permanente genocidio? A ustedes los vivos les exigimos el cierre de aeropuertos y muelles para muerte prematura. Demandamos el cese inmediato del envío de muertos neuróticos,  alocados y enajenados. Paren los suicidios y los tantos homicidios y feminicidios. ¡Vivan más y muéranse menos!  Amaos los unos a los otros, pero háganlo en la tierra que Duarte y los trinitarios les legaron.

Por último, suplicamos se vete la reproducción, difusión radial, televisiva o por internet de la pieza musical  del Trío Matamoros titulada “Mata que Dios perdona”.  Para nosotros es de vital importancia que dicha melodía dejen de oírla los guardias y los policías.  Más que una declaratoria lo nuestro es una súplica a los que aún no han perdido el amor hacia el prójimo.

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