Las áreas boscosas del país vienen siendo menguadas de manera persistente con la tolerancia irresponsable de todos los gobernantes que hemos tenido los dominicanos, iniciándose esa agresión criminal y peligrosa en la Era de Trujillo en que el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo concedió licencias de explotación en la cordillera Central a varios marchantes, sin que ninguno sembrara un solo pino nunca.

Esa progresión agresiva desalmada al bosque dominicano ha persistido con mayor énfasis, inclusive en la Era Balaguer donde el etnarca cierto prohibió los aserraderos en 1967, pero no secundó la acción con un  proyecto masivo de restaurar las cuencas degradadas de nuestra principal red hídrica que nace en la cordillera Central.

Los gobernantes dominicanos post-Trujillo parece que sostienen un pacto no revelado con las granceras que socavan la percolación de los afluentes y el ecocidio se agrava porque crece en desmedro de nuestros remanentes boscosos y los desmontes en el Sur Profundo para producir carbón que se trasiega a Haití.

La Fundación Moscoso Puello reveló el 09-06-16 la pérdida de l,536 kilómetros cuadrados de bosques entre 2000-14; el 25-09-16 SOECI deploró  deficiente apoyo gubernamental al medio ambiente; el ex presidente del CODIA, ingeniero Rufidelsy Gómez Díaz, propuso  el 30-08-16 reforestar cuencas cordillera Central; el 3l-08-l6 el ingeniero Ramón Isidro Rodríguez expuso la tragedia de la cuenca alta de Yaque del Norte.

El 29-08-16 el presidente Danilo Medina, luego de cuatro años en el poder, viendo el país desde el aire en 141 Visitas Sorpresa,  percibe el daño ecológico de Valle Nuevo, donde hay un depósito aurífero, prometiendo reforestarlo (¿?), y amenazando arrestar a los depredadores.

La ciudadanía se cuestiona a quién es que debe arrestarse, a quienes deforestan o a quienes han permitido deforestar.