Déficit en la convivencia pacífica

Déficit en la convivencia pacífica

José Miguel Gómez

Existen varios indicadores psicosociales y emocionales que hablan de la disfuncionalidad o de la falta de convivencia pacífica de una ciudanía que no ha alcanzado niveles de aprendizaje, comunicación asertiva y educación para la cultura del buen trato, la tolerancia y la paz. La agresividad puede ser un mecanismo de defensa ante las adversidades de la vida. Es decir, para subsistir hay que aprender a compartir, luchar, defenderse, prepararse, desafiar y empoderarse en los diferentes espacios de la vida.
Pero la violencia es un aprendizaje social que se ejecuta con la conciencia de que se sabe que se va a dañar alguien, o que le produjo un daño físico, sexual, moral, emocional, etc. ¿Son los dominicanos violentos? ¿Se registran en la sociedad dominicana eventos violentos? Los conflictos o desavenencias sociales o de convivencia, ¿cómo los resuelven los dominicanos? ¿Por qué aumentan los feminicidios, los homicidios, los conflictos y la violencia en los ciudadanos? En todos estos conflictos e indicadores existe la intencionalidad de hacer daño; y, se ha tenido que ejercer la violencia como forma de “solución” al conflicto de forma disfuncional, peligrosa y en enfermiza.
La sociedad dominicana reproduce comportamientos violentos y se daña familias, parejas, amigos, vecinos, ciudadanos por diferentes conflictos, lo que habla de una sociedad de riesgo y de predictores de alto riesgo psico sociales. Posiblemente, los indicadores psico sociales de estos riesgos son: el estrés crónico de tránsito, la falta de servicios sociales acumulados que generan frustración, desesperanza, indignación, agotamiento, “déficit” de derechos, desigualdades sociales, exclusión social, desempleo e inequidad social crónica, etc. Sin embargo, algo poco percibido como indicadores intangibles, pero de mayor peso social, son las crisis de valores, la desconfianza, la corrupción, la ausencia de consecuencia, la complicidad, la debilidad moral y ética de las instituciones, y la desmoralización sin esperanza. Puede que estos indicadores sostenidos por décadas y multiplicados por la permisividad, la falta de controles y educación integral, reproduce un ciudadano incorrecto; en capacidad de violar las normas, de usar la violencia para resolver conflictos, y usar el arma de fuego para buscar sus beneficios o resolver el modelo aprendido o “facilitado” por la cultura de la violencia social. Los comportamientos violentos y las conductas agresivas hablan de una cultura de violencia´´, de la debilidad y de la falta de creencia o respeto de las instituciones que fiscalizan o controlan las leyes. Además, del comportamiento social, donde el individuo elige sus propios métodos como forma de resolver sus conflictos sociales, a espalda de las instituciones que le regulen sus problemas de convivencia. Los daños colaterales de esa violencia es, cuando llega a ser una violencia estructurada, y dirigida por grupos organizados como forma de operar el delito: sicariato, tráfico de drogas, ajustes de cuenta, tráfico de armas, mercado ilícito etc.
La convivencia entre ciudadanos se ha ido determinando de forma periódica y recurrente de tal forma que ha generado nuevos comportamientos sociales como son: el individualismo, insolidaridad, indiferencia social, faceta de altruismo, deshumanización, y cientos de comportamientos de desconfianza y temas a intimar con demás personas. Para mejorar la convivencia en los ciudadanos, familias y parejas hay que poner en práctica políticas y desmate de sistema de creencias sobres la cultura de la violencia, por un sistema de creencias y actitudes de paz, de resolución al conflicto; de no me dañe, no te daño, de conciliación, de comunicación asertiva y de resoluciones pacifica ante el conflicto.
Aplicar política de regulación del tránsito, de medio ambiente, de control de ruidos, de armas, de ordenamiento y de visualización de espacio agradables, influyen en el estado psico emocional de la persona. Empiece por su familia, su pareja, la escuela, la empresa, y pronto se observan los resultados de una convivencia pacífica y de comportamientos de no violencia.

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