Déficit fiscal y medidas alternativas
¿Contribuye el déficit público a dinamizar la  economía?

<STRONG>Déficit fiscal y medidas alternativas<BR></STRONG>¿Contribuye el déficit público a dinamizar la  economía?

Frecuentemente economistas y analistas debaten la conveniencia acerca de si un gobierno debe ampliar el déficit público para dinamizar la economía o, en cambio, debe dar paso a mecanismos de ajustes e incentivos para reactivar la economía. La tesis de subir el déficit fiscal siempre que sea para crecer, propone poner en práctica una política anti-cíclica para estimular la actividad económica y promover empleos. Otros consideran que para introducir factores que dinamicen la economía habría que más bien tomar en cuenta propuestas de actuación con mayor transparencia, lograr prudencia y calidad en el gasto, combatir la corrupción y establecer prioridades. 

Uno de los problemas más intensos que tiene que afrontar una economía hoy día tiene que ver con la reestructuración de sus finanzas públicas. Y si sólo se tratara de una cuestión de coyuntura económica, la cosa no sería demasiado grave. El problema es que un déficit fiscal prolongado puede convertirse en un elemento que juega en contra de la competitividad económica. Esto se debe a que su financiación se lleva una buena parte del dinero que debería financiar la inversión privada y porque, con el tiempo, impone tipos de interés cada vez más elevados. En República Dominicana se estima que los ingresos fiscales bajaron en 2008, al tiempo que el gasto público creció en cifras dobles, lo cual denota que el gobierno buscaría pasar de un déficit de 4% del PIB en 2008 a uno de 1.7% este año, en momentos en que se necesita activar la economía. 

Las definiciones

El déficit público de un país es la diferencia entre el valor total de ingresos y gastos públicos que debe ser financiado mediante endeudamiento, ya sea con la autoridad monetaria, con el público en general, o con endeudamiento externo. Según la definición del Fondo Monetario Internacional (FMI) el déficit mide la diferencia entre el gasto público total en efectivo, que incluye los gastos en intereses y excluye los pagos de amortización de la deuda pública pendiente, y el ingreso total en efectivo, que incluye los ingresos tributarios, no tributarios y las donaciones, pero excluye los fondos por préstamos. Ahora bien, aunque esa definición es muy completa, presenta serios problemas para el análisis de los diferentes impactos macroeconómicos que tienen algunos aspectos específicos del déficit fiscal, por lo que se hace a veces necesario medirlo de varias formas.

Normalmente, una economía cuenta con siete maneras distintas de calcular y medir un déficit fiscal: (1) está el déficit convencional, que es aquel fruto de restarle a todos los ingresos fiscales los correspondientes gastos totales; (2) el déficit estructural, que sería aquel que existiría si la economía siguiera su trayectoria de crecimiento potencial (trabajando a toda su capacidad); (3) el déficit cíclico o efectivo, que es el déficit inducido por el ciclo económico. Si la economía se encuentra en una recesión, se recaudarán menos ingresos tributarios al tiempo de que la caída de la actividad económica hace que se originen nuevos gastos (compensaciones a desempleados, subsidios, gastos extraordinarios); (4) el déficit primario, que es la medida del déficit que solo toma en cuenta los ingresos y gastos normales del sector público, sin incluir los gastos por servicio de la deuda o financieros; (5) el déficit financiero, que es el déficit que incluye además de los ingresos y gastos normales de operación del sector público, los intereses nominales pagados sobre la deuda pública; (6) el déficit operacional, que es el déficit corregido por la inflación, que deduce del pago de intereses el componente inflacionario interno (como un indicador del verdadero impacto fiscal en la demanda agregada de bienes y servicios); y (7) el déficit cuasi fiscal, que es el que incurre el Banco Central para cubrir gastos que son realmente de índole fiscal (crédito subsidiado a través de planes de redescuentos, gastos para financiar bancos en mala situación económica o pérdidas operativas acumuladas), y que no están relacionados con la política monetaria.

Financiamiento del déficit

Dependiendo de cómo se quiera financiar el déficit fiscal en la economía, si es con endeudamiento con el público o con el Banco Central, los efectos macroeconómicos y aun en las finanzas públicas van a ser totalmente diferentes. Hay así cuatro formas posibles de financiar un déficit público: (1) imprimiendo dinero, o sea, con endeudamiento del Banco Central; (2) reduciendo las reservas internacionales; (3) endeudándose con el exterior; (4) o endeudándose internamente.

Se dice que un déficit público se monetiza cuando en una economía se decide financiar el déficit temporal con un aumento de la base monetaria del país (total de pasivos). De este modo, un aumento de la oferta monetaria inducirá a una disminución de las tasas de interés de corto plazo y, por tanto, de la demanda agregada. Claro está que las presiones inflacionarias de este financiamiento dependerán del estado de la actividad económica. Mientras más capacidad ociosa haya en la economía, menores serán las repercusiones inflacionarias. Y la inflación será mayor siempre que la impresión de dinero se haga a tasas que excedan la demanda por este activo al nivel corriente de precios, creando así un exceso de balances monetarios en las manos del público.

No obstante, para evitar las presiones inflacionarias, el gobierno puede también decidir financiar su déficit usando las reservas internacionales en vez de tener que imprimir dinero. Como bien describen Fischer y Easterly (1990), esta política tendrá como efecto una apreciación real del tipo de cambio. Generalmente, esto se realiza como una política anti-inflacionaria, rezagando el desliz del tipo de cambio con respecto a la inflación. Pero el uso de las reservas internacionales con estos fines tendrá siempre un límite, puesto que las expectativas del sector privado, sobre la posibilidad de que se estén agotando las reservas, pueden provocar fugas de capital y precipitar una crisis de balanza de pagos. Y estas expectativas son provocadas por la asociación que se hace del agotamiento de los activos externos netos con fuertes devaluaciones del tipo de cambio.

Por último, si un déficit fiscal se financia a través de deuda pública, habría que observar de cerca sus diferentes consecuencias, dependiendo si se hace con endeudamiento externo o interno. El financiamiento del déficit con endeudamiento externo directo tiende, como en el uso de las reservas, a apreciar el tipo de cambio, haciendo menos competitivas las exportaciones locales e incentivando las importaciones, por lo que tiene un efecto negativo sobre la cuenta corriente. Por su parte, si bien antes el uso de deuda pública interna para financiar el déficit no era considerado inflacionario, hoy la actual dinámica de endeudamiento de una economía puede llevar a niveles altos de inflación. Por otro lado, al reducir el crédito que estaría disponible para el sector privado, el financiamiento conllevaría a desplazar la inversión e induciría a subir las tasas de interés.

¿Factor de expansión o de contracción?

En el modelo keynesiano se consideraba que un déficit fiscal contribuía siempre a expandir la actividad económica, porque el gasto del gobierno en exceso de sus ingresos aumentaba la demanda agregada. Este concepto tradicional está siendo cuestionado en la actualidad, e inclusive, estudios muestran resultados que apuntan a que bajo algunas condiciones especiales, el déficit gubernamental podría no solo expandirse, sino ser irrelevante e incluso, contractivo. En cambio, los que propugnan que los déficit no contribuyen a dinamizar la actividad económica, sino todo lo contrario.

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Defensa del déficit

Los defensores de esta proposición se basan en la teoría de equivalencia de Barro-Ricardo. Señala que si el gobierno disminuye los impuestos, financiando el déficit fiscal  con endeudamiento público, este déficit no tendrá ninguna consecuencia la actividad económica, porque los agentes reconocerán  que sus bonos son riqueza, y para pagar el endeudamiento, el gobierno, tendrá que aumentar los impuestos en el futuro. Por lo tanto, el financiamiento del déficit con endeudamiento solo pospone los impuestos y en algunos casos sería equivalente a los ingresos corrientes. Basado en expectativas racionales, este teorema sugiere que si el gobierno presenta grandes déficit, los individuos actuarán para contrarrestarlos, ahorrando más ellos o en sus empresas. Saben que la deuda que se contrae ahora para financiar el déficit, se tendrá que pagar con mayores impuestos en el futuro.

La cifra

4.02%  representa hoy el déficit fiscal de la RD con respecto al Producto Interno Bruto. Este déficit está por encima del 0.16% del porcentaje promedio del balance gubernamental entre los años 2000 y 2007, pero por debajo del 5.9% de 1979.

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