Cuando la oposición política, incluyendo sus economistas, y un sector del empresariado hablan sobre el déficit fiscal se piensa que es una variable que sólo existe en República Dominicana, cuando es bien sabido que se registra en la mayoría de países del mundo.
En teoría económica el término es muy usado para asuntos fiscales y de presupuesto y comerciales. Se presenta un déficit fiscal cuando el Gobierno gasta más dinero del que recibe.
En el 2014 el déficit fiscal del país registró un 3.04% del Producto Interno Bruto (PIB), un porcentaje que la situó en el lugar 103 de 188 países del ranking de déficit respecto al PIB ordenado de menor a mayor.
El país ganó posiciones en ranking respecto a 2013, cuando ocupaba el puesto 112 con un déficit del 3.56% del PIB.
El Gobierno se ha visto obligado a endeudarse para financiar el desarrollo y mantener una economía expansiva, porque frenar el gasto como han exigido algunos sectores significaría desempleo y abandono a los agentes productivos, entonces se volvería atrás a la lucha contra la pobreza.
La meta del Gobierno para este año es reducir el déficit fiscal a 2.3% del PIB. Sucede que la economía dominicana, en gran parte, depende de los recursos financieros que aporta el fisco. Una desaceleración de la economía afectaría a todo el país y especialmente a los sectores más vulnerables.
Si la disminución del gasto público no va de la mano con una política que incentive de alguna forma la inversión privada que compense la caída de la inversión o el gasto público, el efecto en el déficit fiscal con un recorte podría ser nulo o incluso negativo, sobre todo en un país como el nuestro donde la economía es movida en gran medida por los recursos financieros del Estado.
El gasto público tiene un papel protagónico en la economía en la medida en que le inyecta gran dinamismo. El gasto es un gran generador de empleo, y en el caso de los países en desarrollo.