Las ferias de Arte se han multiplicado en las últimas décadas y van celebrándose en un contexto geográfico planetario, con creciente papel en el desarrollo artístico, nacional e internacional.
Las hay cada vez más concurridas, pues difunden, valoran, venden, se destacan como plazas de descubrimientos, encuentros y debates, siendo las artes visuales protagonistas de los eventos y su desarrollo.
Gestores, curadores, críticos de arte, inciden en la programación: cada vez más, las ferias proponen aportes teóricos además de su índole promocional, hasta diseñan proyectos…
Ahora bien, cada feria, fuera de denominadores comunes, anhela tener su “personalidad” y conseguir atención propia a todos los niveles, en particular de los comunicadores, los coleccionistas y el público.
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La FIACI, feria especial y primicia
Con excepción de un buen intento “viejo” de quince años y sin seguimiento, la República Dominicana no ha tenido ferias de arte, a pesar de su riqueza en producción artística.
Las ferias de arte que suelen alcanzar públicos masivos duran menos de una semana, permanencia demasiado corta: tanto las galerías como los artistas exponiendo, atraen a un público incomparablemente mayor que en actividades habituales.
La FIACI, Feria Nacional de Arte Contemporáneo, a este respecto, es una auténtica innovación, y tal vez marque un precedente… Se celebra, empezando y terminando con fechas distintas, en diferentes instituciones de Santo Domingo –Centro Cultural Banreservas, Arte San Ramón, Galería Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno, y en Santiago –Centro León-.
Se alían así sectores público y privado, con la última fecha de cierre en el MAM el 17 de junio, y permaneciendo en cada “sede”, un mínimo de dos semanas.
Concepción y selección, organización y museografía, muy complejas, han requerido varios meses, varios equipos de trabajo, varios patrocinios y apoyos. Ahora bien, una personalidad con coraje y dotes singulares, Luz Botero –cuya experticia abarca Colombia y Panamá- encabezó esta hazaña.
“Dejando huellas»
La primera actividad de FIACI se celebró en el Centro Cultural Banreservas, metódico y exitoso siempre. Elogiamos que un evento contemporáneo empiece históricamente, evitando la amnesia, con maestros consagrados de legado indiscutible. De ahí su título: “Dejando huellas”.
A ese respecto, la curaduría de Laura Gil tuvo gran importancia y criterio propio, cualidad no tan frecuente… Su selección, personal y meditada, integró a Paul Giudicelli, Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo, Iván Tovar, Celeste Woss y Gil y Antonio Prats Ventós.
Ahora bien, Laura incluyó a dos artistas contemporáneos sobresalientes, Marcos Lora Read y José Pelletier, una “guiñada de ojo”, ¡pues en ellos las huellas son el talento y la pluralidad productiva! También la estupenda museografía de Raúl Morilla supo colocarlos espectacularmente… en la entrada, no en las salas dedicadas a los seis modernos geniales.
Obras emblemáticas
Las obras expuestas provienen de distintas colecciones y del Museo de Arte Moderno. Cabe señalar que cuando hay tres de un mismo maestro, aquellas de nuestra primera institución oficial son emblemáticas. “Hombre espanto”, de Paul Giudicelli; “El sacrificio del chivo”, de Eligio Pichardo; “Marchantas”, de Celeste Woss y Gil; “Lluvia en el camposanto”, de Gilberto Hernández Ortega, sobresalen aun en la historia del arte dominicano.
Poder contemplarlas aquí es una suerte, juntas e inmediatamente accesibles, a diferencia de la colección permanente del MAM.
Evidentemente, cada artista, cada obra tiene méritos de sobra, pero ahora no cabe esa relación… Es obvio que, aparte de sus formatos, las distingue su modernidad plural, con la originalidad del sujeto, la libertad de la figuración, el virtuosismo del dibujo, el mensaje subyacente. El dominio del color y la luminosidad son absolutamente individuales y distintos. Ahora bien, el expresionismo –tan afín con la pintura dominicana- hizo su entrada decisiva y definida.
De Iván Tovar, el benjamín de los maestros, consideramos más sobresaliente el dibujo pulcrísimo y su escritura corporal fascinante. Único representante de la escultura, está Antonio Prats Ventós, alzando aquí la singularidad de su hermosa talla policromada.
Dos invitados
No sorprende que Laura Gil, con su sentido del humor y clarividencia, haya invitado a dos artistas contemporáneos, ambos magistrales y diversificados: Marcos Lora Read y José Pelletier… El primero, en una tela casi mural, se apropió de cada uno de los maestros históricos, los juntó, los recreó, con deferencia por sus respectivos estilos. El segundo, subversivo y abstracto, en un díptico contrastante, propuso una expresión de ruptura y descartó la vertiente realista.
¡Definitivamente, “Dejando huellas” induce a pensar y a visitar una colectiva fuera de lo común, como feliz primicia de la FIACI!