Dejarse dirigir por la prudencia

Dejarse dirigir por la prudencia

No solo de los hombres y mujeres en funciones de Estado se debe esperar sabiduría y sentido de equidad en sus procederes. El civismo, como expresión colectiva, es fundamental también para que haya orden, seguridad y progreso.

Para lograr comportamientos uniformes que correspondan al bien común se necesita de la suma de conductas individuales.

Cada ciudadano, en el mayor número posible, debe reconocerse en obligación de aceptar lo ya dicho por el ilustre y benemérito mexicano Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, un mensaje válido no solo para la armonía entre naciones vecinas sino entre individuos.

Acogerse al sentido de los límites no cesa como obligación que alcanza a todos, pero procede resaltarlo al adentrarse la sociedad dominicana en las conmemoraciones de días santos con extenso asueto que numerosas personas aprovechan para vacacionar.

La moderación debe, en todo momento, presidir los actos de congregarse, sin riendas sueltas a consumos trastornadores, sin olvidar el compromiso de evitar contagios del virus SARS-CoV-2 en estas horas difíciles y precaver accidentes de tránsito de tan alta y constante incidencia, incluso como causa de muertes.

No hay derecho a afectar al prójimo por excederse en esparcimientos. A la tarea de evitar desgracias que las autoridades asumen a todo lo ancho debe sumarse la buena voluntad de los gobernados.

Vidas perdidas por vidas traídas

La disminución de chequeos médicos prepartos por el desbalance asistencial asociado a la pandemia acrecentó la mortalidad materna en el país, casi triplicándola.

En picada ha ido la efectividad de atenciones a las embarazadas, generándose una estadística funesta.

Una cuota de la sombría realidad corresponde a alumbramientos de haitianas que llegan a este lado con mayor ausencia de seguimiento a la preñez.

La obstetricia, que rige procesos de gestación hasta el final, ha perdido, fatalmente, el alcance que evita decesos y que las autoridades deben empeñarse en recuperar.

El sistema hospitalario necesita fortaleza y efectividad para atender parturientas dominicanas.

Asistir a Haití en el manejo de nacimientos en su propio ámbito, procede muy rápidamente como se propone el Gobierno. La vida no tiene precio en ningún lugar.

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