Déjate pulir como un diamante

Déjate pulir como un diamante

A Gedeón Santos

-I/II-

Estamos en una era llena de retos, en la que muchos de los cambios suceden demasiado rápido para la mayoría de las personas. Las adversidades no tienen favoritos: nos ocurren a todos en diferentes momentos y magnitud. Lo natural es que las personas decidan evitar los infortunios de la vida. Sin embargo, debemos permanecer conscientes de que no podemos escapar todo el tiempo. Los obstáculos y los problemas nos proveen de fortalezas excepcionales que podrían ser la base para alcanzar lo que queremos.

La adversidad tiene el poder único de inspirar y de exigir un reenfoque de las prioridades del autoconocimiento: mejorar el carácter y desarrollar, considerablemente, nuestro potencial. Si eliminamos la adversidad, corremos el riesgo de perdernos los tesoros de la vida y las enseñanzas más poderosas. En lugar de esto, podemos cambiar nuestra perspectiva y nuestras actitudes hacia este tipo de situaciones. Los que hacen de las adversidades sus mejores amigos, no las disfrutan más que los otros; pero saber que se está aprendiendo de ellas es una gran ventaja.

Paul Stoltz y Erik Weihenmayer, en su libro “La ventaja de la adversidad”, definen un instrumento denominado “El camino de la adversidad” que muestra las diferentes etapas por las que, usualmente, pasa una persona al verse en momentos de crisis y cómo sacar provecho de ella. Este esquema nos permite tener claridad y saber que estamos lidiando con la adversidad, y muestra el rango de nuestros enfoques con las crisis de la vida. Definamos, entonces, cada etapa:

1. Evadir: denegar la situación, tratar de escapar del problema y evitar enfrentarlo a toda costa. En este punto, estamos también negándonos la posibilidad de aprovechar las potencialidades que traería aceptar el reto y salir airoso del mismo.

2. Sobrevivir: a través de la adversidad, tratando de permanecer en pie. La persona no hace ningún esfuerzo que no sea, simplemente, el realizar sus actividades cotidianas hasta donde le permitan las circunstancias.

3. Arreglárselas: en esta etapa, los individuos se enfocan en seguir adelante buscando formas destructivas o constructivas de lidiar con la situación.

4. Manejar: se trata de minimizar las desventajas y su impacto potencial en otras facetas de nuestras vidas. En este punto es cuando empezamos a enfrentar la adversidad de una manera positiva.

5. Aprovechar: se utiliza la adversidad como una herramienta para el aprendizaje y el crecimiento y como una forma de mejorarse a sí mismo en todo el sentido posible. Se orientan en ver los posibles beneficios de la situación y cómo los resultados podrían traer mejoras a nuestras vidas en general.

La representación es importante porque nos permite identificar cuál es nuestra actitud en el momento de la crisis y qué impacto podría tener sobre nuestras vidas. Por otro lado, el diagrama nos enseña que la clave, cuando se sobrepasa una dificultad, es tratar de minimizar el tiempo gastado en los niveles más bajos del esquema y maximizar el tiempo en las fases posteriores para sacar más provecho a las adversidades y solucionarlas en el menor tiempo posible.

Es necesario establecer un compromiso emocional para hacer lo mejor que se pueda para enfrentar las situaciones de la vida y, estando conscientes de que podemos influenciar los resultados, trabajar, activamente, para alcanzar metas específicas. Sintámonos retados por los problemas y hagámosle frente con la mejor actitud. En nuestros hombros descansa la responsabilidad de sentirnos bien y estar bien.

En nuestro próximo artículo, nos centraremos en explicar cuáles características nos ayudarán a desarrollar nuestra capacidad para enfrentar los innumerables retos en la vida, y las técnicas específicas a emplear para este proceso. Aprender esto es una pieza fundamental en nuestro desarrollo como personas y nos ayudará en la búsqueda y cumplimiento de objetivos futuros más desafiantes y gratificantes.

Investigadora Asociada: Julissa Lluberes

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