Dejemos actuar a los jueces

Dejemos actuar a los jueces

A pesar de los cambios experimentados en nuestro sistema judicial, la íntima convicción del juez ha sido preservada como un instrumento idóneo para decidir en la materia que le toque juzgar. Es una soberanía necesaria y saludable mientras el sentido ético de las decisiones armonice con  la ley y la consistencia del expediente.

Nuestra reflexión se basa en la atmósfera que rodea  la judicatura desde  que las autoridades perdieron de vista a Sobeida Félix Morel, luego de que fuera libertada bajo fianza por sentencia  de la juez Rosanna Vásquez. No pretendemos juzgar la decisión de la juez, sino llamar la atención acerca de la indeseable atmósfera creada a propósito de la misma y que ha inspirado en algunos jueces la decisión de abstenerse de otorgar libertad condicional en casos relacionados con drogas.

Un caso en particular no puede inhibir al resto de los jueces en el  uso de la íntima convicción. Si ha habido torpeza en el seguimiento que debió darse a una persona excarcelada y que es pieza importante en un expediente, lo que corresponde es corregir fallas y sancionar, si fuese el caso, a quienes las hayan cometido. La íntima convicción de los jueces debe desarrollarse en un ambiente libre de censuras y presiones que puedan conducir a una mala administración de justicia.

 

El alto costo de las candidaturas

La búsqueda de una candidatura se ha convertido en una competencia económica más que de aptitudes y liderazgo político. A juzgar por lo que plantea el doctor Eddy Olivares Ortega, para optar por  nominación a diputado o regidor habría que contar con sumas millonarias que no están al alcance de cualquier persona de escasos ingresos. Esto abre una brecha muy peligrosa, tomando en cuenta que alguna gente podrían agenciarse respaldo financiero  en fuentes de mala reputación.

El costo de las candidaturas en algunos partidos desplaza a planos secundarios la valía de gente que, sin contar con recursos económicos, tienen condiciones de liderazgo y aptitudes para sustentar un desempeño exitoso. Ese tipo de gente no suele aceptar fondos “de donde sea” y, por tanto, quedan fuera de la lista de nominaciones. Nuestra democracia no puede basarse en  costos tan elevados que pueden despertar tentaciones nocivas para su buena marcha.

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