Ellos fueron traídos desde África, los dejaron atrapados en una isla del Caribe, una tierra llena y abonada por la descomposición de cuerpos Tainos, que fueron exterminados por la codicia de los colonizadores. No solo lo sacaron de África, también ellos fueron maltratados, y hasta hoy, a ellos no se le ha perdonado la revolución que ellos iniciaron para independizarse de aquellos que se creían y se creen “dueños” de algunas etnias que poseen su propia identidad y una dignidad dada por Dios. Nos referimos a nuestros vecinos, Haití.
Haití no está en dificultades por el magnicidio, por el asesinato de su presidente, por varios ciclos han estado en dificultades. Haití, como grupo étnico fue creado en un contexto de avaricia y de explotación institucionalizada. El caso de Haití es único, se sale de lo normal. Esa anormalidad social fue creada, fue inducida, canalizada y me atrevo a decir que también intencional. Sin embargo, en medio de todo este caos social, Haití ha mantenido su identidad cultural, su orgullo de ser la primera colonia de negros que inició una revolución en contra del sistema inhumano que los mantuvo y los mantiene en un corral con sellos de democracia, con bandera, con ministros, presidentes, haciéndoles creer que son independientes. Pero no, ese mismo grupo europeo, sigue controlando los hilos del poder.
A Haití no le perdonaron la acción liberadora como colonia, la primera República de esclavos negros y la primera en América Latina y el Caribe. Para que entendamos la magnitud de la humillación a la que Haití fue expuesta, le tomó 122 años pagar su deuda por la acción liberadora, los llamados dueños de plantaciones y producción de azúcar, obligaron a Haití a pagar una especie de multa o indemnización. Nuestros vecinos haitianos han sido escenario de esclavitud, revolución, violencia, rechazo, deforestación, corrupción, explotación y deuda. En el año 1947, Haití terminó de compensar a los dueños de las plantaciones de aquella colonia francesa que fue la perla de las Antillas, una colonia que producía café, azúcar, cacao, pero con un costo muy alto e inhumano.
República Dominicana, nosotros, debemos ser no solo humanitarios, también debemos implementar una real política para cualquier extranjero que quiera residir en suelo dominicano. Se calcula que más del 12 por ciento de la población dominicana reside en el exterior. Debemos ser honestos y un poco objetivo, el imperio Norte Americano recibe a cualquier persona de cualquier país, incluyendo los países islámicos que son muchos enemigos del sistema americano; Estados Unidos los recibe, los incorpora al sistema, los educa, les hace pagar impuestos y deben someterse a toda política que fortalezca a los Estados Unidos de América. Gracias a esa política organizada, la República Dominicana goza de una economía fortalecida por las remesas.
Haití es nuestro socio comercial, nuestro café es recogido por los haitianos, más del 50 por ciento de las construcciones tiene una presencia haitiana. Debemos crear puentes con Haití, no precipicios, pero puentes con criterios y orden.