Del anonimato a ingrediente de renombre

Del anonimato a ingrediente de renombre

La cocina tiene sus ironías, especialmente en aquellos casos en que un ingrediente pasa de la nada a la fama inesperada.

 La rúcula es un buen ejemplo de eso, porque aunque se la ve como ingrediente casi obligatorio en platos de cualquier buen restaurante, antes no fue así.  Antes de ser ingrediente clave de los carpaccios que se proponen como entradas, antes de ser parte de la tradicional ensalada con tomate, parmesano,  mozzarella o blue cheese; antes de ser ingrediente especial para pizzas o pastas, mucho antes de eso, la rúcula no era nada más que mala hierba, de esa que se expande donde nadie la quiere. Así la consideraban los europeos (de donde nos llega la influencia de este ingrediente) hasta que se acordaron que alguna vez los romanos la recogían para hacer ensalada y también para usarla como afrodisíaco.

Desde entonces comenzó a cambiar su reputación, ganando fama rápidamente en la alta cocina, aunque nunca ha podido negar sus orígenes: sigue creciendo “en abundancia en los bordes de los caminos y en los solares próximos a las ciudades o núcleos urbanos”, afirma el portal Consumer.es.

Más,  no se pueden ignorar sus cualidades culinarias. Su sabor, amargo y ligeramente picante, se destaca en cualquier receta en que se le incluya, y lo mismo pasa con su aroma, siempre intenso. Y en esas características se esconde un secreto: el amargo de la rúcula favorece la digestión.

Sacándole partido. La rúcula se puede conseguir fácilmente en el supermercado, e incluso cultivarse  en el jardín de su casa, pues no exige mucho cuidado y no es enemiga del calor. Así que puede animarse a incluirla en muchas de sus comidas.

Es muy utilizada como ensalada, como si fuera lechuga (realmente está emparentada con el berro). Así también se usa mucho en platos de la gastronomía italiana como pastas, pizzas y en una variante de la salsa pesto, preparada con hojas de rúcula, aceite de oliva, sal y pimienta fresca. 

Receta

Ensalada de rúcula

200 grs de rúcula, 60 grs de nueces peladas, 70 grs de salchichón ahumado, sal, queso castellano semicurado rallado, reducción de vinagre de Módena, aceite de oliva

Preparación.  Coloque la  rúcula en un plato grande. Corte el salchichón y ponga por encima. Añada las nueces y sazone. Esparza el queso y aderece con el vinagre de Módena y el aceite.

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