Del ayer para el mañana

Del ayer para el mañana

Fue Bertolt Brecht quien sentenció: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.

 El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.  Pero medio siglo antes que este inmortal dramaturgo alemán se expresara de esa manera, otro pensador de origen caribeño y profundas dimensiones, llamado José Martí había encendido su farol de ideas para iluminarnos con estos rayos: “En política, lo único verdadero es lo que no se ve… Cuando la política tiene por objeto cambiar de mera forma un país, sin cambiar las condiciones de injusticia que padecen sus habitantes; cuando la política tiene por objeto, bajo nombres de libertad, el reemplazo en el poder de los autoritarios arrellanados por los autoritarios hambrientos, el deber del hombre honrado no será nunca, ni aún con esa excusa, el de echarse a un lado de la política, para dejar que sus parásitos la gangrenen. Es la casa en que vive lo que le gangrenan, y ha de entrarse en ella para purificarla. Cuando la política tiene por objeto poner en condiciones de vida a un número de hombres a quienes un estado inicuo de gobierno priva de los medios de aspirar por el trabajo y el decoro a la felicidad, falta al deber de quien se niegue a pelear por la política que tiene por objeto poner a un número de hombres en condición de ser felices por el trabajo y el decoro… ¿Cómo se ha de llamar al hombre que se cruza de brazos cuando sus semejantes padecen, ni con qué derecho ha de pedir simpatía para sí quien la niega a sus semejantes… Hombre es quien estudia las raíces de las cosas. Se busca el origen del mal: y se va derecho a él con la fuerza del hombre capaz de morir por el hombre…A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”.

Sirvan las luces de estos genios del pensamiento universal para alumbrar la mesa de disección del presente, y poder así extraer los reales motivos del secuestro aéreo del avión presidencial del jefe de Estado Boliviano, del golpe militar en Egipto, así como de la creciente subida de la prima del dólar en nuestro país. Esa guía filosófica nos ayuda, aún bajo una gruesa cortina de humo mediática, a derivar con certeza y eficiencia las mejores perspectivas futuras.

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