Del blablablá al petróleo

Del blablablá al petróleo

PEDRO GIL ITURBIDES
Con la gasolina a casi doscientos pesos, el país tiene que interrogarse sobre su futuro. Tanto ésta como el gasoil constituyen combustibles vitales para la economía. Si la gasolina sin plomo sirviese únicamente a quienes poseen vehículos de alto cilindraje, ninguna preocupación nos embargaría.

Ocurre empero que muchos vehículos de transporte con motores dotados de conexiones electrónicas, funcionan con esa gasolina. Y el gasoil es el combustible por excelencia en los vehículos de carga.

De manera que el país está preso por la guardia de Mon. Si la realidad del mercado internacional del petróleo no ha determinado una crisis de profunda gravedad, lo debemos a Hugo Chávez Frías.

 Por iniciativa del mandatario venezolano, en su afán de aminorar el influjo estadounidense sobre nuestras naciones, recibimos con financiamiento el hidrocarburo vendido por los venezolanos. De manera que una parte del petróleo y sus derivados llega fiao al mercado dominicano. Otra proporción, no adquirible de Petróleos de Venezuela, en cambio, es pagadera en moneda contante y sonante.

El financiamiento otorgado por los venezolanos, sin embargo, no es regalo. Entre los venezolanos hay requerimientos alimentarios que podríamos estar cubriendo, para disminuir tensiones populares en ese mercado. Al producir bienes de consumo para exportar hacia el mercado venezolano, podríamos amortiguar los efectos futuros de las compras petroleras.

El convenio urdido por Chávez permite que, mediante esta especie de trueque, disminuya el impacto que tendrá sobre la deuda pública dominicana, el actual precio mundial del petróleo.

Pero la verdadera solución, empero, no se halla en esta vía. Este financiamiento es un paliativo.

Los dominicanos estamos obligados a procurar alternativas al petróleo. Hasta ahora hemos pronunciado muchos discursos, hemos organizado muchos congresos y hemos cantaleteado toneladas de blablablá. Pero no hemos pasado de las palabras a los hechos. Tal vez los vecinos al sur de Venezuela sean el espejo en el cual debemos mirarnos.

Los brasileños producen etanol a partir del guarapo de la caña, y sustituyen ventajosamente la gasolina en motores desarrollados para el consumo de este alcohol. En algunas grandes ciudades aprovechan los rellenos sanitarios, es decir, los basureros, para producir gas y abonos orgánicos.

Tienen, además, amplia experiencia con la siembra de oleaginosas no comestibles, como algunas variedades de higuereta. Esas variedades, que producen unas frutillas más grandes que la silvestre de las Antillas, se introducirán aquí.

Pero, ¿hemos hecho algo en realidad, además de destruir los sembradíos de caña que fueron propiedad de los ingenios azucareros de propiedad pública? ¿Hemos hecho algo aparte de robarnos las masas de moliendas, los rieles de ferrocarriles y otras máquinas de esos centrales? Admito que hemos hecho mucho. Nos hemos dedicado, con profusión inaudita, al blablablá, mientras el petróleo corroe la economía.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas