Del “boom” petrolero al “boom” chino

Del “boom” petrolero al “boom” chino

Mucho se habla de “trampas de deuda” pasando por alto lo que sí fue una gigantesca “trampa de deuda”. Recordemos y revisemos. En 1970 la deuda externa de América Latina era de 20 mil millones de dólares. Cuando en 1973 la OPEP provocó que el precio del barril subiera desde 4 dólares a más de 40, los exportadores del “oro negro” acumularon enormes volúmenes financieros bautizados como “petrodólares”. Algunos líderes mundiales sugirieron que crearan un fondo para apoyar políticas de desarrollo en naciones subdesarrolladas importadoras de petróleo que eran igualmente víctimas de la elevación del precio. Pudo más la avaricia e indolencia y se depositaron en la gran banca transnacional. Banca rebozada de liquidez inevitablemente aligera los trámites de crédito y, consecuentemente, en agosto de 1982 al estallar la crisis de deuda regional cuando México decretó incapacidad de pago; el monto adeudado se había multiplicado por 13 llegando a 282 mil millones de dólares. Se iniciaba la “década perdida”, llamada así porque cuando en 1990 los organismos internacionales declararon que se había superado la crisis los indicadores llegaban adonde mismo ya habían estado en 1980. Diez años en que Latinoamérica se estremeció; pobladas por doquiera, incluyendo Santo Domingo con muertos aun no bien contados, según algunos.

Las naciones del continente se ajustaron los cinturones, pagaron más de 200 mil millones y remitieron al exterior otros 200 mil por concepto de regalías, etc. Privatizaron bienes como medio de pago. Se consideró superada la crisis en 1990 porque se estaba en condiciones de seguir pagando. En ese momento la deuda era de 420 mil millones. 49% superior a 1982. Ahora todo está bien, excepto que la deuda regional es de más de 2 millones de millones, 500% superior a 1990. La mayor parte del endeudamiento ha sido para seguir pagando y para equilibrar los déficits. Poco ha dejado para el desarrollo. Verdadera y brutal trampa de deuda.

Los organismos internacionales apuntan que un punto estrangulante para el desarrollo de las naciones que graciosamente denominan “emergentes” es la falencia de infraestructuras adecuadas y eficientes que potencien el desarrollo.

Uno de los fenómenos más impresionantes de nuestros días es el meteórico desarrollo de China y la capacidad de acumular excedentes que le han permitido unas reservas internacionales de más de 3 millones de millones. Algunos serían muy felices si los depositase en aquella banca transnacional que nadó en petrodólares, pero lejos de ello ha creado un sistema bancario nacional y ha emprendido programas de financiamiento para el desarrollo y construcción de un sistema económico global sustentado en la red de comunicaciones y transporte enmarcados en la Franja y la Ruta. No conozco que China haya dado fondos para compensar balanzas o hacer pagos, esencialmente financia infraestructuras y aunque no regala el dinero contribuye a que los beneficiarios lo puedan producir. ¿Debemos renunciar a ello?
No soy abogado de China, aunque como economista me impresiona lo logrado por ese fantástico y espectacular país, y como técnico pretendo contribuir a una mejor comprensión y visión de la realidad en que vivimos y los cambios espectaculares que se están operando, despejados de prejuicios ideológicos y manipulaciones geopolíticas. Aprendamos todos a observar y analizar los fenómenos socio econoicos objetivamente sin que nos manipulen ideológicamente.

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