Permítanme una licencia idiomática, o quizás ortográfica, para el título de este trabajo. El “BREXIT” es producto de la conjunción de dos palabras inglesas – Britain, de Gran Bretaña, y “exit”, “salida” en inglés – popularizado en los últimos meses en referencia al referéndum celebrado en el cual ganó, precisamente, la opción de salir de la Unión Europea, pese a todas las advertencias del costo que ello tendría tanto para los propios ingleses como para los europeos en general. Forzando la mano e incluido en el título el término “NOEXIT” parafraseando en español el significado de “no éxito”, – para nadie – que es lo que realmente ha pasado y lo veremos.
El proceso europeo arrancó con el Tratado de Roma de 1957 que constituyó la Comunidad Económica Europea –o Europa de los Seis – Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Luxemburgo-. La integración se fue profundizando y resultando atractiva para otras naciones del Viejo Continente, que empezaron a visualizar que su desarrollo y futuro dependía de la unión y la concertación. Así, diversas olas de ingreso se fueron produciendo. Gran Bretaña entró en 1973, lo que el pueblo ratificó en otro referéndum en 1975. Se conformó la Europa de los 15 hasta que la desintegración del “campo socialista” alentó a otro grupo de países al ingreso al organismo y se fue llegando a lo que ya era la Europa de los 28. El Reino Unido no se había incorporado a todos los programas de la Unión como a la moneda única, el euro, decidiendo seguir usando su histórica libra esterlina.
El mundo, en especial Europa, comenzó hace ocho años a vivir en una situación de crisis económica con varias naciones del bloque con severos desequilibrios internos que requirieron terapia externa del bloque, polémicas con frecuencia, y estimuló el surgimiento de posiciones oportunistas de grupos anti unión – llamados euroescépticos – y aislacionistas que tomaron mucho aire en Londres, siempre visto como un poco lejos del resto de Europa.
Los partidarios de la “salida” señalaban como problemas muy críticos inmigración y soberanía mientras que los defensores de continuar en la Unión ponían como principal factor la economía. El Primer Ministro había prometido que la inmigración sería de 100 mil anual pero entran más de 300 mil: 184 mil procedentes de la Unión y 188 mil de fuera y ello presiona los servicios públicos y el nivel salarial. En consecuencia, para los detractores, para controlar las fronteras hay que salir del esquema. Los defensores afirman que los inmigrantes de Europa pagan más impuestos que lo que reciben en servicios. Uno de los puntos básicos del bloque es el libre movimiento de personas, por lo tanto el resto de Europa recuerda que si el Reino Unido quiere seguir disfrutando del mercado único, después de salir, tiene que respetar la libre circulación de personas. El primer ministro británico, en un esfuerzo por mantener al país en el bloque había acordado con la Unión una flexibilidad importante permitiéndole no asignar subsidios a los inmigrantes europeos hasta después del año de residencia.
Nos queda mucho por hablar de economía, soberanía y futuro… de todos.