Del Día de los Padres y otro aniversario

Del Día de los Padres y otro aniversario

En el transcurrir de estos 25 años desde que mi padre Justo Castellanos Díaz murió, como le sucede a los que tuvimos el privilegio de tener un padre que ejercía en todas sus funciones con amor, su ausencia ha marcado mi vida hasta el día de hoy.

Lo que pasa es que a la ausencia de un padre que ejercía en todas sus funciones con amor uno no se recupera, uno se acostumbra un poco. Asumo que igual sucederá cuando mi madre no esté entre nosotros, será peor.

He entendido, tal vez porque soy práctica en mi forma de ser que si mi papá estuviera vivo en estos tiempos igualmente se hubiera muerto de la indignación de ver como los valores morales han sido guardados por las familias que han decidido enseñarle a sus hijos el valor…. pero del dinero.

Yo creo que mi papá se hubiera muerto de ver como atropellan a las mujeres. Se hubiera muerto de ver que por ser honesta, como él nos enseñó, fui objeto de que un “ser humano” utilizando el nombre del primer mandatario de la nación fuera capaz de ofenderme, de faltarme el respeto entre otras cosas.

¡Claro! A veces entiendo por qué los padres que ejercen todas sus funciones con amor se tienen que morir antes del tiempo que uno entiende que deben durar.

Él era un hombre, no solo porque su aparato reproductor así lo definiera, sino porque sus cualidades estaban por encima de eso, él era un hombre que su carácter estaba compuesto sin importar las consecuencias de: respeto, verdad, honestidad y sinceridad. De madurez espiritual e intelectual que no le gustaba el exhibicionismo, que no se amedrentaba por nada ni por nadie, que no tenía miedo de asumir compromisos acorde a sus convicciones que les aseguro no eran las más fáciles de defender en esa época. Seguro de lo que hacía, por su capacidad fue siempre punto de referencia y de consulta de personas de mucha influencia a todos los niveles. Era fuerte y valiente, siempre tuvo claro a dónde quería llegar en la vida. Era suficientemente osado para resolver las cosas con inteligencia y madurez sin faltar a sus principios, cuidaba con excelencia de su esposa y de su familia, tal y como tiene que hacerlo un verdadero hombre. Pensaba antes de actuar y de hablar. Dándole a mi madre aquella admiración, respeto y seguridad que a su vez nos transmitía a nosotros tres. Y realmente lo primero es que mi padre tenía temor a Dios, en mi casa habían dos personas que eran el centro de todo: primero Dios y después Duarte.

Celebro este Día del Padre. Mis hijos lo celebran conmigo porque he sido su madre y he tenido que hacer funciones de padre. Así como yo hay muchas mujeres en el mundo.

Mujeres que han tenido que suplir las funciones de un padre para sus hijos (sin poder hacer ese rol porque no son padres, son madres) y a la vez suplir las funciones de madre con excelencia.

Siempre quise y trabajé para que mis hijos lograran ser hombres buenos y felices como mi papá, que tuvieran la capacidad de ayudar sin cansancio, de ignorar las dificultades y convertirlas en soluciones, que el amor, la honestidad, la verdad, la integridad, la solidaridad y el desinterés fueran común denominador en sus días. Pero mis hijos tenían todo para ser exactamente lo opuesto.

Para cumplir mi objetivo me faltaban herramientas. Muchas, casi todas. Con el tiempo entendí que solo Dios basta.

Terapias súper costosas en esa época (terapia no es una sesión, es un conjunto de sesiones en diversas especialidades por un tiempo indeterminado hasta que se consigan los resultados) para que esos niños pudieran aprender a vivir con su realidad, de forma adecuada, y aprendieran a transformarla a su beneficio. No fue fácil. Gracias Emma Carolina Fernández-Albert.

Hoy además de estar honrando a los padres, celebro el nacimiento de mi primogénito, su cumpleaños número 22, celebro que con 4 materias más será egresado como ingeniero civil de una de las mejores universidades de este país. Sin beca.

Celebro hoy además que no solo mi primogénito sino mis dos hijos culminaron y en este día 26 de julio 2015 se graduarán del primer discipulado en el que han tenido su Experiencia con Dios en nuestra Comunidad Bíblica de Fe.

Pero sobretodo honro a Dios que con su infinita misericordia ha hecho de mis dos hijos jóvenes guías y líderes de otros jóvenes. Dios los ha hecho sanos emocionalmente, Dios los ha amado y ellos lo aman.

Doy gracias a Dios porque me ha permitido entender y cumplir mi rol de madre, no el de la madre que se recuesta y se excusa detrás de lo que pudiera ser una limitante (incluso económica) cuando los hijos son de padres divorciados, y no cuentan con el apoyo necesario de la otra parte, sino el rol de madre que da hasta su vida por conseguir el mejor fruto de los hijos que Dios le regaló.

Y lo conseguí. ¡Dios lo hizo!

¿Con muchísimo esfuerzo? Sí.

¿Con deudas? Sí.

¿Sin contar con la comprensión de los extraños? Sí.

Hoy honro a mi padre, no solo hoy, sino cada día de mi vida, lo hago manteniendo la fe en Jesús, lo hago siendo recta, sin doblegar mi dignidad, siendo transparente, sin lisonjas, aceptando mis errores y sobre gestionando mis responsabilidades.

Te honro papi, lo hago público hoy, que luego de estar luchando sola por 18 años justamente, los golpes recibidos no me han hecho cambiar la esencia que tú y mi madre sembraron en mí.

¡Honor a quien honor merece! (Efesios 6:1-3)

¡A ti mi padre, te amo!

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