Del diagnóstico al remedio

Del diagnóstico al remedio

Hace unos días, cuando Mario Dehesa,  representante del FMI en el país,  definió la economía dominicana como “sofisticada”, nos asaltó la sospecha de que la magnitud de los problemas fiscales del país detectados por la misión del organismo financiero, desplomaría la ilusión de bonanza y solidez argumentada por las autoridades locales.

Ahora confirma nuestra sospecha la conclusión a que ha llegado el equipo del FMI, de que “no es fácil” la situación fiscal del país por el gran desequilibrio que acusa. Ahora se entiende el silencio del actual Gobierno ante la situación económica que heredó de la gestión anterior, y la parodia de los dos gallegos que encontraron un maletín que, en lugar de dinero, solo contenía facturas por pagar.

La conclusión de los técnicos del FMI es que el país tiene que resolver dos serios problemas: el profundo déficit fiscal que mantiene descapitalizada la hacienda pública, y el del  barril sin fondo que representa un sector eléctrico que ha implantado el récord de cobrar el más alto precio por su ineficiencia. El diagnóstico deja poco espacio para el tipo de consenso que suele buscarse en este país y que siempre pretende dejar a todos risueños y felices. Sorprende que, habiendo certificado reiteradamente el propio FMI la bonanza atribuida a la economía dominicana, ahora sus técnicos descubren que en realidad es una economía “sofisticada” y aquejada de serios quebrantos. Ahora falta el remedio.

Emergencia hospitalaria

Las insuficiencias y limitaciones que han estado afectando a los hospitales públicos tienen un gran exponente en el Darío Contreras, que fuera el principal centro traumatológico del país. Además de que su vieja estructura no soporta ya más remodelaciones y tiene una asignación económica insuficiente, continúa siendo uno de los centros con mayor demanda de servicio. Pacientes de todo el país son referidos a este establecimiento. El panorama es deprimente.

 Para tener una idea de la situación de insuficiencia basta con sopesar el cuadro de una sala de cuidados intensivos de neurología desprovista de monitores y otros equipos que faciliten el trabajo de los médicos y la calidad de la atención. El director del hospital, doctor Héctor Quezada, se queja por  la situación y el Colegio Médico Dominicano define el establecimiento como un almacén de enfermos. La situación no puede ser más calamitosa.

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