Del dicho al hecho

Del dicho al hecho

YAYO PÉREZ
Si fuésemos a medir los niveles de reclamos de la ciudadanía, sin importar su procedencia social, es muy probable que tres puntos estarían por encima de cualquier otros elementos que generalmente se asumen como prioritarios:

a) la energía, b) el transporte, c) la seguridad ciudadana.

La «masa crítica» organizada en expresivos grupos de la sociedad civil, de seguro que asumirá como prioridad la lucha contra la pobreza y la corrupción gubernamental. Sin embargo, del dicho al hecho hay un buen trecho, razón por lo cual los gobiernos tienen que «poner el corazón en el pueblo y el oído en la realidad».

¿Por qué la energía eléctrica, el transporte y la seguridad ciudadana deberían asumirse como reales necesidades, merecedoras de la atención de nuestras autoridades?

El transporte y la energía eléctrica encarecen la vida de cada ciudadano y contribuyen, progresivamente, a la pérdida de la calidad de vida de cualquier persona en particular o de cualquier sociedad, en lo general. Y si vemos el aspecto de la seguridad ciudadana, observaremos que –independientemente de cualquier explicación intelectualizada– la urgencia deviene en un hecho económico prioritario: enriquecimiento.

Un país afectado por la inseguridad ciudadana, crisis permanente en el transporte y falta de energía eléctrica jamás progresa. Nadie invierte, nadie consume. El desgaste.

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