YAYO PÉREZ
Hay un libro de cuentos editado por Emilio Rodríguez Demorizzi y prologado por el profesor Juan Bosch, el cual recoge narraciones sobre nuestros políticos del siglo XVIII. Da gusto leerlo. El libro nos retrata de cuerpo entero, y aunque da gusto leerlo terminamos apenados porque nuestros líderes y aspirantes a líderes de nuestros distintos partidos y de la sociedad civil se viven repitiendo.

Hay que ver este Congreso Nacional, de soberanos diputados y senadores, y cuando echamos un vistazo a nuestros solemnes ayuntamientos, entonces es para que gocemos hasta más no poder.

El lamentable acontecimiento en que perdieron la vida unos regidores cibaeños demuestra el fracaso de la “masificación” de los partidos en convertirse en verdaderas “maquinarias electorales”.

Y pinta de cuerpo entero a una sociedad paupérrima cuyo clientelismo subyace en el escaso desarrollo socioecónomico alcanzado por nosotros. El clientelismo denota corrupción pero también las escasas oportunidades para obtener un empleo digno o un lugar donde ganarse la vida con el sudor de la frente.

Los más ingenuo es burlarnos de los partidos. Sin embargo, ¿qué nos dejan dicho los cuentos seleccionado por Rodríguez Demorizzi sobre nuestros líderes del siglo XVII? Que las jeepetas del año nos hacen diferentes de los burros y coches del pasado.