Del financiamiento de la educación superior

Del financiamiento de la educación superior

Jesus de la Rosa.

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Es nuestro deseo que de aquí a unos cuantos años la República Dominicana posea un sistema de instituciones de educación superior integrado por universidades e institutos politécnicos con una misión bien definida, con unas estructuras curriculares flexibles y con un cuerpo académico respaldado por una gestión eficiente y eficaz.
¿Qué hacer para lograrlo?
Disponer de un número suficiente de Altas Casas de Estudios que muestren y demuestren su calidad y pertinencia y que contribuyan al desarrollo de nuestro país. Como bien lo expresara el doctor Julio Fermoso, ex rector de la Universidad de Salamanca, en su texto sobre gestión universitaria: “los tiempos demandan de universidades y de otras instituciones de educación superior que reciban el apoyo de sus sociedades a través de mecanismos financieros diversificados y que, a cambio, rindan cuentas claras sobre su uso y estén sujetas a evaluaciones y comparaciones que descansen en indicadores pertinentes”. Al igual que Julio Fermoso, otros tratadistas de renombre han sostenido que nada es mejor para lograrlo que partir “no de una sensación de derrota o de atraso, sino de una visión justa del cual ha sido y es su valor social, educativo, cultural y económico”
De nuestra parte, creemos que para alcanzar los objetivos a los cuales nos estamos refiriendo se requiere, además de desarrollar políticas que ofrezcan una visión integral del sistema, de una visión amplia y generosa de las aportaciones de las universidades y de sus contribuciones al desarrollo; una visión que considere sus limitaciones, problemas y riesgos, al mismo tiempo que reconozca sus logros, oportunidades y capacidades.
En un plazo de poco más de medio siglo, la República Dominicana ha llevado a cabo una notable transición desde un prolongado período de treinta y un años de dictadura a una democracia en pleno funcionamiento. Cualquier visitante extranjero que hubiese conocido nuestro país en los años oscuros de la tiranía trujillista se sorprendería ante los cambios que los aires de libertad han logrado en la sociedad dominicana, entre los que merecen destacarse el pleno disfrute de las libertades públicas, y lo que es igualmente importante, la Autonomía de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo y el derecho a la educación de todos los ciudadanos.
En ese lapso de tiempo, el entorno económico y político de la Universidad Primada de América experimentó cambios extraordinarios de los tipos más diversos y, en la actualidad, está imbuida en experimentar otros de mayores dimensiones. Pero, casi todos los gobiernos que se sucedieron después del ajusticiamiento del generalísimo doctor Rafael Leónidas Trujillo, a pesar de haber pregonado tantísimas veces la importancia del papel que desempeña la educación superior en el desarrollo y progreso económico de la sociedad, no se han mostrado dispuestos a pagar el precio de una educación de calidad; al contrario, han pretendido imponer una supuesta mejora del sector a modo de ocultar su verdadero interés que no era otro que el de reducir el gasto público en perjuicio de ese sector.
Aquí, ya ha pasado la etapa en que resultaba más que suficiente indicar las grandes áreas en que la UASD pensaba incidir para recibir recursos públicos o de reponer la insuficiencia de recursos por el sacrificio de sus catedráticos, de sus estudiantes y su personal administrativo. La educación superior, lo mismo que la pre-universitaria, resulta hoy demasiado cara. Para recibir de parte del gobierno de turno los fondos requeridos para el buen desenvolvimiento de una universidad o politécnico se exige que se detalle cuál va a ser la contribución efectiva al desarrollo social que resultará de las carreras ofertadas y que se precisen los fondos que para ello se solicitan. Exactamente, lo mismo que las actuales autoridades de la UASD están haciendo o tratando de hacer.
La UASD ha roto todas las expectativas en cuanto a número de nuevos estudiantes matriculados en este primer semestre del año 2019. Nada más y nada menos que 50 mil nuevos estudiantes recién egresados del bachillerato.

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