Del mayo del 68 al mayo del 2011

Del mayo del 68 al mayo del 2011

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A pesar de la justificada rabia de sus protagonistas, en mayo del 68 francés, en las elecciones de junio del mismo año, los partidos socialista y comunista perdieron cien diputados: 39 y 61 respectivamente, ganando el centro derecha la mayoría absoluta. Dos semanas después del inicio del mayo del 2011, la derecha española gana las elecciones municipales y autonómicas con la mayor puntuación de toda su historia.

No se puede atribuir ambas derrotas a los referidos movimientos, pero está claro que la desvinculación de éstos del país político pudo haber disminuido sus potencialidades y que tampoco lograron impedir el resonante triunfo electoral de las derechas que asediaban a las fuerzas de tradición de izquierda, las cuales, independientemente de sus inconsecuencias, aún constituyen importantes referencias para cualquier proyecto de cambio.

La lección que podemos extraer de la acción de ambos movimientos es que para que cualquier iniciativa política o social político tenga posibilidades de producir un cambio, no basta una colectiva expresión de rabia, ni que las condiciones de gente se haya empeorado ni que la clase política en el poder carezca de legitimidad. Son necesarios otros factores y de estos, una mínima estructura organizativa es indispensable.

A lo largo de la historia, los sobresaltos que producen los movimientos espontáneos en los sistemas políticos, a pesar de su importancia, no han producido cambios sustantivos de cierta duración. Hoy, más que nunca, necesitamos algo más que sobresaltos, se requiere una acción organizada de proyección internacional que vaya al centro de los grandes problemas de la época: el predominio del gran capital financiero, una ineficiente burocracia internacional, enquistada en importantes instituciones de cooperación, el deterioro ambiental, la crisis alimentaria y de agua potable.

La identificación de métodos de lucha para enfrentar estos problemas, el tipo de unidad que estos métodos eventualmente produzcan, podrían conducir a la elaboración de un modelo alternativo de sociedad. En la búsqueda de éste se diluyó el mayo del 68 y hasta el momento, aparte de la conciencia que expresan algunos participantes del mayo del 2011 sobre estos problemas, es muy posible que el calor del presente verano lo diluya.

En lo que concierne a los movimientos alternativos y de protesta de nuestro país esta reflexión podría serles útil. Sin claridad sobre el proyecto de sociedad que se quiere, con su dispersión sin un mínimo de articulación unitaria y con esa actitud de autosuficiencia y de desprecio hacia un sector de la izquierda organizada, sin la cual, independientemente de su debilidad, no es posible articular ninguna acción capaz de producir un cambio de sociedad.

En definitiva, la burbuja del mayo del 68 duró hasta mediados de los 70, apuntaló muchas conquistas democráticas, pero no produjo la “revolución que queríamos tanto” y en el caso de Francia, este movimiento fue abandonado por una izquierda que siguió los pasos de la entonces Unión Soviética que, coincidiendo con los Estados Unidos, prefería la derecha en el poder. A pesar de todo, el mayo del 68 sigue como referencia del mayo del 2011 y para cualquiera otro que se proponga un cambio. Aunque sea lo posible de lo deseable.

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