La mañana del 31 de julio de 1924 circula, con el retraso de una quincena, Fémina San Pedro. Revoloteaba de esperanzas el país con los actos solemnes desarrollados por motivo a la juramentación presidencial de Horacio Vásquez (había sido el día 12 de ese mes) y la ansiada salida definitiva de las tropas interventoras.
Entre todos los artículos, poemas y cartas de la edición número 47, resalta el comentario “Del momento histórico”, en el cual Petronila Angélica Gómez Brea, en una atinada disposición de adjudicarse ciudadanía, y colocarse en los talones de quien alcanzaba el solio, hace memoria de la contribución que habían realizado las dominicanas para “la restauración de la ansiada soberanía”.
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Así, pese a que las mujeres no participan en primera fila por su condición de “sujetos apolítico”, las directora de Fémina, a través de este comentario explica los porqué de las noticias que replicaba “la prensa local y principalmente de la Capital (sic) sobre la tercera jornada libertaria, celebrando un gobierno propio”.
Y, sobre todo, fomenta en su lectoría el “momento histórico” que significaba esta nueva independencia para la concreción de derechos civiles y políticos. En analogía con la “Misión Cubana” (sic) que arribó en el crucero “Cuba” y recorrió Santo Domingo, Baní, La Vega, Santiago y San Pedro de Macorís, felicitando la hazaña soberana, Petronila motiva ir puerta a puerta para unir en una sola voz el clamor de “las ciudadanas”.
El comentario culmina con una bella glosa que realza la trascendencia de lo que consideraban una promisoria nueva era: “Estamos en votiva oración, ante la excelsa majestad de su bandera en un anhelo de que por siempre se mantenga, bajo el cielo azul de la paz, desplegada al viento en todo su esplendor de su hermosura inconmensurable”…. Una centuria transcurre, y aún las dominicanas esperan ese momento histórico.