El Ministerio de Educación es la mayor fuente de empleo del país
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A mediados de la década de los años 80, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), junto a universidades públicas y privadas, puso en práctica un novedoso programa de capacitación y formación magisterial con miras a mejorar los conocimientos y habilidades pedagógicas de los servidores docentes.
Dicho asunto estuvo orientado en dos direcciones muy bien diferenciadas: una centrada en la gestión para directores y supervisores de escuelas, en tanto que la otra, con énfasis en aspectos didácticos y curriculares, para profesores de escuelas públicas y de colegios privados. Para todos, se adoptaron estrategias masivas y esquemas descentralizados.
Gracias a esas y otras iniciativas, medio siglo después hemos logrado una gran parte de lo que en principio deseábamos: más del 80% de los profesores en servicio posee un título universitario o de maestro normal; y muchos de ellos han cursado estudios de postgrado en reputadas universidades nacionales y extranjeras.
La carrera docente, otrora un oficio mal pagado, ejercido por bachilleres o por personas sin perspectivas de futuro, hoy figura entre las más preferidas por el estudiantado universitario.
Pero las críticas de parte de ciertos personajes no cesan. Todavía se hacen sentir.
Unos señalan que los débiles resultados obtenidos ponen muy de manifiesto la debilidad de los mismos; y otros, yéndose muy lejos en sus cuestionamientos, sostienen que dichos programas no han impactado en el desempeño de los maestros en las aulas de clase como se esperaba que sucediera.
A pesar de esas críticas desalentadoras, sostenemos que esos y otros planes y programas de formación y capacitación docentes han marchado en la dirección correcta. Y que gracias a esos esfuerzos, el país cuenta hoy, en número y calidad, con mejores maestros que antes.
En tiempos en que la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo no disponía de extensiones regionales, el autor de estas líneas participaba en programas de capacitación y formación docente impartiendo cátedras en la UASD los sábados en horario corrido de 7 AM a 8PM a maestros venidos de la agreste y profunda Región Sur del país, entiéndase de San Juan, Barahona, Enriquillo y Pedernales.
Para cumplir con el horario establecido esos consagrados maestros de escuela debían de salir de sus casas a las 3AM del sábado para estar de vuelta a sus hogares pasada la medianoche de ese mismo día.
Imagínese usted, amable lector, la fuerza de voluntad y el deseo de progresar que hay que tener para pasarse todos los fines de semana participando en programas de capacitación con horarios tan agotadores como esos a los cuales nos estamos refiriendo.
¿Qué políticas habremos de emprender para mejorar los salarios y las condiciones de vida de los maestros en servicio en lo que atañe al mejoramiento de su salud, de su bienestar personal y de su valoración social? ¿Qué habremos de hacer para mejorar las condiciones de vida de los docentes jubilados?
El Ministerio de Educación es la mayor fuente de empleo con que cuenta el país. La nómina de esa dependencia estatal sobrepasa el 20% del total. Un incremento de los salarios que perciben los maestros de escuelas públicas, por leve que fuesen, conlleva costos difíciles de asumir.
Expertos en materia de economía y en disciplinas afines dan como un hecho consumado que el crecimiento económico que ha registrado el país en los últimos de años no ha aportado un cambio de la misma magnitud en las relaciones entre las clases sociales y las formas en cómo se ha operado la distribución del ingreso.
La demanda por educación y la oferta educacional han ejercido un sinnúmero de repercusiones en la estructura social, dado que se producen no solo con cierta autonomía, sino, en discrepancia con las tendencias prevalecientes en las relaciones entre las clases sociales y el poder.