Del patrimonio subacuático en cuevas

Del patrimonio subacuático en cuevas

Recientemente, el pasado diciembre, la oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, prepararon una publicación titulada “Patrimonio Cultural Subacuático, América Latina y el Caribe”, una publicación para promover la convención de la Unesco para la protección del patrimonio cultural que subyace bajo agua, sea marina, fluvial o de cavernas.

El buceo en cavernas, aunque de limitada práctica en la República Dominicana, ha causado severos daños al patrimonio cultural subacuático de cuevas. La mayoría de las inmersiones realizadas en cuevas con restos arqueológicos se han hecho en procura de apropiarse de piezas abandonadas por antiguas culturas (arcaicas, Igneri, Taina u otras aún desconocidas), o no abandonadas, sino depositadas con propósito religioso o de otra índole cultural.

Quizás la prospección más respetuosa realizada en cuevas inundadas tras el rastro Taíno fueron las que tuvieron como objetivo las cuevas de “Hoyo de Floro”, en Higüey, ejecutada por el Grupo de Investigación Submarina, compuesto por personas como Bernardo Vega, Máximo Borrel, Frank Moya Pons y otros investigadores. Este grupo trabajó también en la exploración de algunos galeones en las costas dominicanas.

El sitio arqueológico subacuático de más reciente trabajo fue el “Pozo de la Aleta”, localizado en el Parque Nacional del Este, sin embargo, el trabajo proyectado desde ese sitio se manejó más como una aventura de televisión que como una verdadera investigación, partiendo de que no se tomaron en cuenta las primeras incursiones ni se siguieron sus rastros, incursiones de ninguna manera científicas, pero obligatoriamente perseguibles.

Exploraciones en busca de piezas se habían realizado antes en La Aleta por grupos de buscadores y traficantes de objetos indígenas, de donde se extrajeron cientos de piezas en arcilla y madera, algunas de las cuales fueron recuperadas, pero no la mayoría, ni las piezas más representativas.

Actualmente, en la República Dominicana, una organización, la Fundación Hispaniola de Espeleobuceo, realiza inmersiones en cuevas inundadas, más por interés espeleológico e hidrológico que arqueológico.

Entre los países que más han trabajado su cultura subacuática en cuevas está México, y entre las organizaciones que se ocupan de esa actividad está la Asociación Yucateca de Espeleobuceo, quienes han descubierto más de 2.400 cenotes y cuevas inundadas en el Estado de Yucatán, quizás la región de mayor abundancia de cuevas inundadas y de cenotes.

Por otro lado, la Asociación de Espeleobuceo de Quintana Roo, también en México, lleva registrados más de 3.000 cenotes y cuevas inundadas. Una cantidad aún indeterminada de esos cenotes contienen vestigios como osamentas humanas y animales asociadas a prácticas culturales, así como cerámica y objetos de procedencia prehispánica y colonial.

Los proyectos que se realizan en los países que ya cuentan con avances en la práctica del espeleobuceo con miras al rescate de relictos culturales en cuevas inundadas, deben recurrir a la colaboración entre arqueólogos subacuáticos, antropólogos físicos, paleontólogos, geólogos, geohidrólogos, biólogos y restauradores, entre otros especialistas. Estos han contado con la colaboración de espeleobuzos y miembros de las comunidades.

Es de saber que no todos los especialistas se sumergen, sino que aguardan por la información rescatada, las fotografías, filmaciones, dibujos y a veces transmisiones directas.

Un proyecto que se desarrolla actualmente en una zona de cenotes de Yucatán había recuperado hasta septiembre de 2003 una apreciable cantidades de artefactos líticos y cerámicos, asociados a por lo menos 200 individuos, muchos de ellos con deformación craneana, mutilación e incrustación dentaria.

De esos sitios solamente se han recuperado aquellas piezas en riesgo de saqueo, así como elementos utilizables para el diagnóstico, como osamentas humanas, prehistóricas y prehispánicas, restos de fauna pleistocénica ya extinta (caballos, camélidos, llamas, gliptodontes y gonfoterios). Además, se han tomado muestras para estudios geohidrológicos, de radiocarbono, ADN y colágeno residual.

En la República Dominicana, mientras tanto, tratamos de vender al mejor postor las cuevas que se encuentran en los parques nacionales costeros, y las de zonas llanas y montañosas las queremos reducir a puro cascajo para construcción.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas