Del perreo y sus perrerías

Del perreo y sus perrerías

FABRICIO COLLADO
El reguetón es el desprendimiento musical más actual del regué, cuyo máximo intérprete lo fue Bob Marley, originario de Jamaica, isla caribeña de habla inglesa. Tiene su centro creativo y de mayor difusión, al igual que la salsa, en la también isla caribeña de Puerto Rico.

El reguetón es música de estos tiempos, cuando el sexo, junto al morbo, trata de alcanzar su clímax; cuando el dinero y la fama son el mejor alimento para el alma; la violencia y el uso de armas no le dan cabida ni tregua a la paz social. ¿Es esa la música que merecemos? Bueno, ¿por qué no? Qué mejores ejemplos de corrupción, cinismo, descaro, indiferencia a la moral, las leyes y el bien común que ciertos políticos, con sus violentos azotes huracanados que casi nos dejan sin ropa.

Pero continuemos bailando el reguetón, este ritmo voluptuoso, libidinal, o sea, sexy, o sexual, o plebe, que raya con la imagen de dos cuerpos, de pies y desnudos que hacen el amor.

Arriesguémosnos a escuchar sus letras o lírica, que impasibles nos cuentan, con lenguaje sincero y hasta grotesco, realidades que para muchos de nosotros son invivibles, increíbles y hasta insoportables. ¡Qué crudas y qué crueles! ¡Qué vulgares, qué perras!

Iguales notaciones nos dan los nombres de algunos de sus intérpretes, como son DJ Vulva y Falo, los cuales nos confirman la indiscutible vocación sexual y morbosa del reguetón, tanto en su baile y música como en sus letras.

En sus coros y efectos de sonidos podemos escuchar gemidos de mujeres “excitadas”, manipulaciones y tiros de armas de fuego. Muchas de sus canciones están plagadas de violencia, lujuria, materialismo e invocaciones a la droga, al alcohol. Así son indicios del camino que se recorre en nuestras sociedades actuales.

Podemos explicar como parte de las causas de su apogeo y auge actuales el hecho de un mundo sedentario y ocioso creado por los modernos avances tecnológicos que han llevado a las actuales generaciones a acumular grandes cantidades de energías; el bombardeo mediático sexista, sin ningún tipo de medida, en películas, telenovelas o teleno-verlas, canciones, videos musicales, publicidad y en el que ha tenido bastante responsabilidad la televisión o telebasura; y la precaria educación sexual de nuestros jóvenes.

Todo esto los pone a merced de una música bastante movida y pegajosa que les aviva y excita y les permite consagrar, tan siquiera en un baile, sus fantasías sexuales, además de que sus letras dicen lo que en cierto modo ellos quisieran tener con su pareja. Energía acumulada y mal administrada, deseos reprimidos y falta de educación sexual es lo que apremia en sus seguidores, niños, adolescentes y jóvenes adultos. Lo demás podría ser esnobismo o moda.

Las letras del “reguetón” no han de extrañarnos. Dan como cierta la idea de que sus compositores, intérpretes y arreglistas son de una extracción social en la que proliferan las pandillas, el consumo de drogas; la violencia y las armas de fuego; el sexo desmesurado, y algunas aberraciones humanas y sociales. Con estas tratan de expresar artísticamente sus vidas, sus costumbres y sueños. Son crudas y realistas; vulgares y obscenas, rayando con la suciedad; desmotivantes. Pero en verdad son una radiografía del cerebro de este sector de la generación actual, que realmente vive en zonas de riesgos, por imposición de su medio social o motivación propia.

Al reguetón no debemos darles la espalda. El es la expresión más actual y fiel de un sector de la generación que, como es natural en cualquier adolescente o joven, pide la atención ¡a gritos! de sus adultos, padre o madre o cualquiera que lo pueda ayudar. La sociedad debe reaccionar con responsabilidad y esforzarse en traducir el mensaje, ver con lupas sus detalles. Sé que es difícil pues ahí están también sus errores y nadie está dispuesto a inculparse.

También, el reguetón podría responder a una crisis de la creatividad musical o quizás nos invita a un esfuerzo popular de creatividad deficiente. Su música rústica, sus “cantantes” desafinados y sus letras nos dan una idea bastante clara de cuáles son sus exigencias artísticas.

Por qué más da, si muchos de los ritmos musicales actuales, como el merengue, el rock and roll, el rock y la bachata fueron igualmente criticados y aborrecidos en sus comienzos por más o menos las mismas razones. ¿Será que estamos ante la presencia de un ritmo en ciernes que crecerá y evolucionará al nivel del merengue, el rock, etc.? ¿Será una evolución o involución musical? Simplemente es música, no se puede juzgar ni dictar sentencia definitiva. Cántela, báilela o escúchela si quiere.

fabricollado@hotmail.com

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