Del sueño a la realidad y viceversa

Del sueño a la realidad y viceversa

La infancia y la adolescencia representan un espacio muy singular en la vida de la especie humana. Es durante ese maravilloso período de la existencia cuando se forjan los más dulces y hermosos sueños del futuro.

El juguete es el mito que encierra en pequeño, a través de un sano entretenimiento, lo que la mente inmadura percibe como su mundo verdadero. Todo un edificio fantasioso se construye con ahínco y fuerza caprichosa, al tiempo que paulatinamente la realidad va sustituyendo aquella imagen virtual hasta colocarnos en el complejo universo social.

No se vaya a creer que con la llegada de la adultez desaparecen el niño y el adolescente, ellos siguen vivos, sencillamente se esconden en las estructuras más profundas de nuestro cerebro; subyacen de forma latente debajo de la consciencia. Cada vez que se les presenta la oportunidad afloran sin permiso a la superficie, es por ello que tiene validez la expresión de que en cada adulto y anciano mora un niño agazapado. Durante los momentos de descanso y a veces en el clímax de una emoción se libera como una misteriosa fuerza avasalladora la conjunción de feto, infante, niño y adolescente para tomar por asalto la morada del adulto y del anciano.

Antonio Machado mi poeta inmortal escribió: “Anoche soñé que oía/a Dios, gritándome: ¡Alerta!/ Luego era Dios quien dormía, /y yo gritaba: ¡Despierta! … Desde el umbral de un sueño me llamaron…/Era la buena voz, la voz querida. / -Dime: ¿vendrás conmigo a ver el alma?…/ Llegó a mi corazón una caricia. / -Contigo siempre… Y avancé en mi sueño/ por una larga, escueta galería, / sintiendo el roce de la veste pura/ y el palpitar suave de la mano amiga… ¡Eran tu voz y tu mano, /en sueños, tan verdaderas!…/ Vive, esperanza, ¡quién sabe/ lo que se traga la tierra!”

Sea Sigmund Freud el que analice mis sueños, o tal vez don Calderón de la Barca quien me los juzgue, debo, bajo el auxilio de la adultez y la experiencia de las décadas vividas, distinguir las percepciones futuristas, de la dura y cruenta objetividad del presente. El mundo de castillos celestiales que hemos construido bajo la falacia del goce eterno amenaza con caérsenos encima. La crisis globalizadora barre el idilio rosado que falsamente nos han hecho creer. La amarga y tormentosa presencia de una recesión golpea a millones de hogares que ayer disfrutaban de las delicias del mercado consumista.

Nadie está seguro, hay temor en las gradas, apenas comienza el partido, se trata de un juego serio y verdadero. De un lado están los apocalípticos y del otro los soñadores realistas, quienes sin matar al niño perseveramos en construir un mundo nuevo. Una humanidad basada en la justicia social, el amor al prójimo, la convivencia pacífica y la confianza en que aunando buenas voluntades, juntos triunfaremos. Realidad y sueños seguirán siendo el anverso y el reverso de una misma moneda. Por lo menos, así lo veo, como soñador impenitente que siempre he sido.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas