Del «Viejo Bob» en mi Barrio

Del «Viejo Bob» en mi Barrio

POR ALEXIS MÉNDEZ
«El hombre hace suyo un lugar no sólo con el pico y la pala, sino también con lo que piensa al picar y palear».       (Sándor Marai)

Siendo un niño, nunca me detuve a observar las portadas de sus LPs como lo hacía, con frecuencia, con los álbumes de las orquestas y cantantes de salsa y música disco. Ahora veo algunos diseños, como el de «África Unite», y pienso que pude entretenerme bastante. Lo cierto es que mi tío Wilfredo no tenía discos de Bob Marley porque él era un «Chico bueno», y solo los «Chicos malos» escuchaban aquellos temas, aunque no sabían lo que escuchaban.

Mi abuela le prohibía a mi tío juntarse con algunos muchachos, aquellos «Tígueres» considerados como lo peor del barrio. Esos eran los que no estudiaban, peleaban con machetes y bates, robaban bicicleta y fumaban marihuana.

Y precisamente, la atracción a la marihuana era el único laso que los unía al «Viejo Bob», porque ellos no entendían el inglés, por tanto no sabían lo que el hombre decía en sus canciones, y creo que no les interesaba saberlo.

No eran fanáticos de la música. Muchos no sabían bailar. Solo conocían el desorden. Y si escuchaban «I Shot the Sheriff», era porque habían oído que su intérprete y compositor, al igual que ellos, se drogaba.

Aquel lazo también fue la barrera que predispuso a mi tío ante aquella propuesta musical. Era asunto de asociar: Chicos malos, Marihuana, Bob Marley = Cosas malas. Años después, la misma relación de factores me llevo a vetar la música de Marley y al reggae en general, en principio por obedecer a mi abuela, luego porque así lo llegué a pensar.

Hoy, mi tío y yo nos hemos detenido a escuchar obras como «Redemption song», o «No woman no cry»y sin entrar en aquella asociación, observamos el valor social que Bob Marley imprime en sus letras. No sabíamos de su compromiso con la ideología Rastafari, la cual promocionó por todo el mundo, de su deber de contribuir con los movimientos de liberación africana. Todo esto está presentes en cada una de sus composiciones.

Aquellos «Chicos malos» no valoraban la riqueza musical del hoy llamado rey del reggae, que se balanceaban en una mezcla de rock, gospel, rhythm & blues y una fuerte carga rítmica africana.

Mi tío y yo desconocíamos su historia musical: Comienzo de una carrera ascendente en 1962; una firma contractual millonaria, diez años después la cual consolida su carrera y expande la fama del reggae; éxito rotundo en Estados Unidos Gran Bretaña y todo el mundo.

Algunas de sus creaciones rítmicas junto a su banda «The Wailers» han descosechado legados importantes en la música universal. Es el caso de temas como «Could you be loved», uno de los gérmenes de la mega popular tendencia del reggaetón.

No me arrepiento de haberme negado a aceptar el arte de Bob Marley porque sé que las condiciones del barrio y mi inexperiencia me hubiesen impedido absorber su valor; y quizás hoy, mi tío y yo fuéramos dos lacras como muchos de los «fans» que pregonaban esa aérea admiración hacia él.

Me alegra haberme encontrado hoy con esa ideología retratada en la música. Conocer producciones como «Burnin», «Exodus» y «Natty Dread»; canciones como «Zimbabwe», «Forever loving jah», «Natural mystic» o «Three little birds», verdaderas cartas de representación de un líder de la humanidad.

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