Delaciones premiadas

Delaciones premiadas

Claudio Acosta

Luego de la audiencia del pasado viernes, donde 10 de los imputados en el caso Calamar admitieron su culpabilidad frente a la jueza Kenya Romero y se pusieron a disposición del Ministerio Público para colaborar en la investigación, los colaboradores son ya tantos que pueden formar un coro bien afinado cuyo repertorio, estoy seguro, no será del agrado de sus compañeros de expediente.

No hace falta ser abogado para saber que su admisión de culpabilidad le complica el panorama a los demás encartados, sobre todo a los tres principales, que por el camino que llevan las colaboraciones (ya son 14) podrían terminar quedándose solos. Eso añade combustible al debate en torno a las delaciones premiadas, que según algunos juristas en hechos graves no deben eximir de encausamiento ni sanción penal al imputado delator.

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Pero más allá del impacto que tendrían esos testimonios en el resultado de los casos de corrupción que conduce el Ministerio Público, no hay dudas de que se han convertido en los protagonistas en esta parte del proceso, como tampoco la hay de que la admisión de culpabilidad de tanta gente acrecienta la percepción en la opinión pública de que los demás imputados son también culpables aunque eso deberá probarse durante el juicio de fondo.

Algunos abogados defensores le han restado peso probatorio a esas delaciones, en tanto otros, como el representante de Gonzalo Castillo, asegura que algunos de los testimonios lo que hacen es favorecer a su cliente. De todas formas habrá que esperar a que el juez le de su aprobación.

Pero viéndolo todo desde las gradas cuesta creer, dada la cantidad de dinero envuelta en el caso y las instituciones públicas involucradas, que los únicos no culpables sean los principales imputados, a los que el Ministerio Público no ha podido convencer de que las pruebas en su contra son tan abrumadoras que les conviene sumarse al coro de cantores y abreviar el proceso.

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