Los esperados sometimientos judiciales no solo han acreditado aquella admonición de Balaguer sobre lo deleznable de la gloria política –“la más efímera…de…las glorias humanas”- sino constituyen advertencias para que las autoridades presentes eviten quebraderos similares; debiendo para ello aplicar consejos de monseñor Meriño en su discurso de juramentación de Báez, hará traspasado mañana 156 años.
¿Cómo imaginar que quienes detentaban ostentosa e inescrupulosamente el poder meses atrás, estarían hoy derramando lágrimas furtivas?
¿Adónde fue aquella promesa PLDista de 1996 prometiendo financiarse con dinero recortado de la corrupción acusada a gobiernos reformistas?
Hoy, el sobrecosto de un solo proyecto–Punta Catalina- y el desnudamiento del pulpejo entramado de corrupción, aún después de deflactar, duplican la suma que denunciaban.
Dado que la valoración del gobierno dependerá de sustentar y sostener debidamente procesos iniciados, e iniciar otros señalados como tales; las autoridades están compelidas a darles seguimiento adecuado para que puedan ser dictadas sentencias ejemplarizadoras.
Pero la experiencia es desde ya autoaplicable a presentes autoridades a menos que ignoren el consejo de Meriño: “gobernar…no disimulando jamás la impunidad”.
Advertía además que no se debería consentir “el ultraje de la virtud”.
Esto implica escudriñar las virtuosidades del buen gobernante.
Desde Jenofonte, discípulo de Sócrates y contemporáneo de Platón, se sostenía, siglos antes de Cristo, que buenos gobernantes requerían “condiciones personales adecuadas, potenciadas con buena educación”; así como sensibilidad, justicia, respeto, mansedumbre, obediencia (a la ley), disciplina y capacidad de afrontar adversidades.
Maquiavelo en la edad media, agregaba a esas virtudes poseer buena suerte o fortuna atraída por energías positivas, sin estigmatizaciones pasadas. Advertía disponer de buen ejército de colaboradores, profesionalizados. Postulaba por la astucia del zorro y firmeza y energía del león, especialmente en aplicación de justicia. Y por “Atraer mentes brillantes”.
Gracián agregaba ingenio, agudeza, discreción y prudencia.
De estas virtudes puede hacerse un listado para combatir vanidad y regodeo, autosatisfacción, exceso de confianza, triunfalismo, autoelogio y elogio mutuo exhibidos actualmente.
Y seguir consejos de Meriño para encararlos, tales como:“No os alucinéis…En pueblos como el nuestro…fácil es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra…».
«La moralidad es la base inalterable del buen público…sin ella la prosperidad de la nación es una quimera”
“Gobernar…es servir…con rectitud y fidelidad; hacer que la Ley impere…afianzando el amor al trabajo…favorecer la difusión de las ciencias para que el pueblo…no dé cabida a las perniciosas influencias de los enemigos del orden y de la prosperidad…facilitar el ensanche…de todos los elementos de público bienestar; esforzarse, en que la moralidad eche…raíces en el corazón de los ciudadanos, para que de este modo el progreso sea una verdad”.