Deleznable gloria política, superable con Meriño

Deleznable gloria política, superable con Meriño

Guillermo Caram

Los esperados sometimientos judiciales no solo han acreditado aquella admonición de Balaguer sobre lo deleznable de la gloria política –“la más efímera…de…las glorias humanas”- sino constituyen advertencias para que las autoridades presentes eviten quebraderos similares; debiendo para ello aplicar consejos de monseñor Meriño en su discurso de juramentación de Báez, hará traspasado mañana 156 años.

¿Cómo imaginar que quienes detentaban ostentosa e inescrupulosamente el poder meses atrás, estarían hoy derramando lágrimas furtivas?

¿Adónde fue aquella promesa PLDista de 1996 prometiendo financiarse con dinero recortado de la corrupción acusada a gobiernos reformistas?

Hoy, el sobrecosto de un solo proyecto–Punta Catalina- y el desnudamiento del pulpejo entramado de corrupción, aún después de deflactar, duplican la suma que denunciaban.

Dado que la valoración del gobierno dependerá de sustentar y sostener debidamente procesos iniciados, e iniciar otros señalados como tales; las autoridades están compelidas a darles seguimiento adecuado para que puedan ser dictadas sentencias ejemplarizadoras.

Pero la experiencia es desde ya autoaplicable a presentes autoridades a menos que ignoren el consejo de Meriño: “gobernar…no disimulando jamás la impunidad”.
Advertía además que no se debería consentir “el ultraje de la virtud”.
Esto implica escudriñar las virtuosidades del buen gobernante.

Desde Jenofonte, discípulo de Sócrates y contemporáneo de Platón, se sostenía, siglos antes de Cristo, que buenos gobernantes requerían “condiciones personales adecuadas, potenciadas con buena educación”; así como sensibilidad, justicia, respeto, mansedumbre, obediencia (a la ley), disciplina y capacidad de afrontar adversidades.

Maquiavelo en la edad media, agregaba a esas virtudes poseer buena suerte o fortuna atraída por energías positivas, sin estigmatizaciones pasadas. Advertía disponer de buen ejército de colaboradores, profesionalizados. Postulaba por la astucia del zorro y firmeza y energía del león, especialmente en aplicación de justicia. Y por “Atraer mentes brillantes”.
Gracián agregaba ingenio, agudeza, discreción y prudencia.

De estas virtudes puede hacerse un listado para combatir vanidad y regodeo, autosatisfacción, exceso de confianza, triunfalismo, autoelogio y elogio mutuo exhibidos actualmente.

Y seguir consejos de Meriño para encararlos, tales como:“No os alucinéis…En pueblos como el nuestro…fácil es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra…».
«La moralidad es la base inalterable del buen público…sin ella la prosperidad de la nación es una quimera”

“Gobernar…es servir…con rectitud y fidelidad; hacer que la Ley impere…afianzando el amor al trabajo…favorecer la difusión de las ciencias para que el pueblo…no dé cabida a las perniciosas influencias de los enemigos del orden y de la prosperidad…facilitar el ensanche…de todos los elementos de público bienestar; esforzarse, en que la moralidad eche…raíces en el corazón de los ciudadanos, para que de este modo el progreso sea una verdad”.

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